Optimizar el esfuerzo

En esta entrada hablamos de en qué consiste optimizar el esfuerzo y de porqué nos conviene aplicarnos en ello.

La productividad no tiene tanto que ver con la cantidad de horas que trabajas como con la calidad del tiempo que se le dedica al trabajo.

Habrás conocido a personas que son capaces, por ejemplo, de cumplir eficientemente con un trabajo en un par de horas. Mientras que otras, para el mismo resultado, quizás ocupan un par de días enteros.

Pues, muy a menudo, el «truco» de esa eficiencia no está en haber desarrollado una inteligencia abrumadora, sino en saber cómo optimizar el esfuerzo.

trabajando

¿Conoces el Principio de Pareto o regla del 80/20?

No es que se cumpla para todas las situaciones, pero sirve para ilustrar este punto. En esencia, nos dice que el 20% de una cosa (el trabajo, en este caso) produce el 80% de los efectos.

Entonces, suponemos que la gente más productiva ha identificado qué actividades o tareas forman parte de ese 20% (que ahí suele estar el quid del asunto) y se concentra en ellas.

Presumiblemente, la persona productiva…

Planifica el trabajo

Prioriza: Elige lo que va a hacer reduciendo la lista al máximo. Se queda con dos o tres tareas y, ésas, las divide en trozos manejables para avanzar paso a paso.

No procrastina

Se lanza a la tarea que toca diligentemente, haciendo a un lado el cuidado por los detalles y todo lo que huela a perfeccionismo.

Se concentra

Prepara lo que necesita para trabajar. Elimina todas las distracciones que puede. Dirige su atención a lo que tiene entre manos, olvidándose del resto.

Y, después, si acaso, aborda tareas secundarias y pule detalles.

 

La ventaja de hacerlo así es que se ahorra tiempo e incluso esfuerzo. Éste queda concentrado, como una pastilla de detergente ultra potente.

Yo he conocido gente así, muy productiva, que va directa al meollo de lo que tiene entre manos y avanza con agilidad.

Y, lo que más admiro de estas personas no es tanto esa organización para el trabajo (que también), sino el equilibrio que consiguen entre la obligación y la diversión.

Hacen del menos un más. Menos ocupar todo el tiempo disponible con las obligaciones (acordémonos de Parkinson) y más tiempo para descansar, cuidar de nosotros y de los nuestros, y divertirnos.

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