Éxito y fracaso están más juntos de lo que parece. Vienen a ser como las caras opuestas de una misma moneda.
Hace tiempo hablamos de esa cercanía, que queda reflejada en las pequeñas acciones cotidianas. En un mismo día, unas acciones te encaminan al éxito y otras, en sentido contrario.
También hemos comentado que, para llegar al éxito, usualmente necesitas pasar por el fracaso (una o muchas veces).
Y hoy vamos a detenernos en otra peculiaridad que los mantiene juntitos: ninguno de los dos (éxito o fracaso) son situaciones definitivas, mientras sigas vivo para contarlos.
Ni el fracaso ni el éxito son para cobardes
Por descontado, de los dos, el fracaso es menos apetecible. Después de experimentarlo, si decides seguir luchando por lo tuyo, necesitas reunir fuerzas y valor para volver a la palestra.
Estudias la situación. Tomas notas de lo que falló. Y vuelves a intentarlo, dando ejemplo de perseverancia y entereza.
Pese a lo sencillo de esa descripción, te consta que el proceso tiene lo suyo. A veces no es tan sencillo darte cuenta de lo que no funciona, ni tomar la decisión de cambiarlo, ni saber porqué alternativa lo vas a cambiar.
Sin embargo, sacas el valor y las fuerzas de donde buenamente puedes, disponiéndote a salir de ahí, porque la vida sigue y tú estás decidido a tener éxito.
Lo gracioso es que el éxito te deja también en una posición que tiene sus complicaciones. Ese éxito (en el terreno que sea) hay que mantenerlo. Incluso puede que superarlo, cuando te apuntan tus propias expectativas o las de otros.
El éxito, aunque es más vistoso y apetecible, añade presión. Por eso hay personas que, consciente o inconscientemente, tienen miedo del éxito.
Después de triunfar, has de ser perseverante (como si fracasas), creativo (como si fracasas) y valiente (como si fracasas). Porque el éxito tampoco es una situación definitiva.
Como caras de una misma moneda, como miembros de una misma familia. Así son el fracaso y el éxito. A lo largo de la vida los conoceremos, tanto a uno como al otro, y seguiremos adelante.
Claro, claro… Preferimos las experiencias de éxito. Y, si fracasamos, que el valor y las fuerzas no nos abandonen. Pero, si no fuera así, tengamos en cuenta que aún no baja el telón. Mañana puede ser diferente, porque la vida sigue.
Imagen de Stuck in Customs