¿Encuentras dificultad en continuar o en terminar lo que empiezas?
En esta entrada vamos a explorar porqué ocurre eso y qué opciones tienes para que tomes una decisión beneficiosa para ti.
Empezar con una cosa y dejarla a medias tiene poco de particular. Casi todos lo hemos hecho. Cuando es peligroso es si lo convertimos en costumbre.
Sientes el impulso de empezar a hacer ejercicio. Te dan ganas de aprender un idioma nuevo, de iniciarte en un hobby o de luchar por cualquier otro objetivo. Comienzas con muchas ganas y, un buen día, tiras la toalla.
Lo negativo de que esto se convierta en un hábito es que los proyectos inconclusos continúan ahí, en un rincón de la casa o en un rincón de la mente, recordándote el “fracaso”. Y eso menoscaba la confianza en ti mismo.
La bici de montaña, que está cogiendo polvo en el trastero, se pone antipática y te susurra cosas como: No sabes lo que quieres. ¿Para eso me compraste? Nunca sigues con lo que empiezas. Etc.
➜ ¿Por qué se abandonan los proyectos?
1. Los nervios/la ansiedad
Un proyecto, que es muy importante para ti, se complica una vez que estás inmerso en él y, quizás, comienza a aflorar el miedo al fracaso (o al éxito).
Procrastinas, en un intento de aliviar temporalmente la ansiedad. Pero, más tarde, te sientes culpable por haberlo hecho. Y así comienza un bucle difícil de romper.
2. El perfeccionismo
Te pones listones muy altos, que te frustran cada vez que te quedas corto y que cada día te intimidan y te desaniman más: Mi esfuerzo no sirve de nada. ¿Para qué voy a seguir?
3. El peso del deber
Tu cerebro, que no es tan tonto, comenzó a resistirse a hacer la tarea desde que te dio por enviarle un mensaje muy negativo: “Tengo que hacer esto…” “Debo hacer aquello…”
Tu objetivo, que comenzó siendo algo que te motivaba por buenas razones, pasó a ser una obligación más, una carga más de la que “tienes” que ocuparte, pudiendo hacer otras cosas más agradables.
4. Las distracciones
Hay demasiadas, por todas partes. Te envuelves en ellas para escapar de una tarea que consideras aburrida, pesada, difícil o que te va a exponer al fracaso o las críticas.
5. La falta de compromiso
Quizás te pareció buena idea comenzar con ese proyecto o actividad porque te dieron ganas viendo a otros, porque alguien te dijo que lo hicieras o porque está de moda, quién sabe.
Tu compromiso con el proyecto es más fuerte cuando te mueves por ti, por convicción personal.
6. La falta de planificación
Todo proyecto u objetivo se compone de acciones que hay que ejecutar. Y, de antemano, hay que decidir cuáles, cómo, cuándo, dónde, etc.
Es decir, elaborar un plan y hacerle ajustes si es menester.
7. El exceso de compromisos
Los recursos son limitados. Si abarcas demasiado para el tiempo y la energía de los que dispones, es natural que no puedas cumplir con todas las responsabilidades que te has impuesto.
Piensa en qué pudo haber fallado en tu caso. Y, a partir de ahí, decide qué estrategia tomar en adelante.
¿Continuarás lo que empezaste? ¿Vas a terminarlo? Si es así, ¿cómo?
➜ Ideas para terminar lo que empiezas o continuar con los proyectos inconclusos
1. Déjalo o aplázalo
Si el proyecto no te entusiasma, no es imperativo que continúes con él y puedes dedicar tu tiempo a otras opciones que te apasionan más, céntrate en esas y avanza en ellas.
Si el proyecto te encanta, pero actualmente tienes otras prioridades, ponlo en stand-by e invierte tu energía en lo que ahora es más importante.
Aunque prefieras que sea de otro modo, has de aceptar que tu tiempo y tu energía son limitados, y has de seleccionar en qué los inviertes.
No es posible hacerlo todo. Elige lo más importante para ti y deja ir lo demás. Toma esa decisión.
2. Prepárate mejor
En caso de que el proyecto se haya complicado más de lo que tú previste en un principio y te interesa seguir con él, la solución puede estar en que hagas un alto y te prepares mejor para continuar.
Quizás necesites más información o entrenamiento. O, tal vez, rediseñar el plan.
Sé consciente del proceso que implica y adapta el objetivo a tus circunstancias personales. ¿Cómo lo vas a hacer?
3. Hazle un hueco en tu agenda
Establece una cita ineludible en tu agenda para la acción que toque realizar. Hazlo un hábito a la altura del de cepillarte los dientes.
Tómate esto en serio. Sin acción no hay progreso. Y la acción ha de ser consistente.
4. Establece un ritmo asequible
Comienza por muy poco, para vencer la resistencia, y ve subiendo despacio. Sigue un progreso que puedas mantener.
5. Cuenta con los obstáculos
Habrá imprevistos y otros obstáculos en el camino. Cuenta con eso. No te sientas mal si fallas un día. Puedes recuperarlo. Ese y otros que hubiera.
Cuantos menos días falles y más espaciados estén, mejor, desde luego. Solo ten presente que, para avanzar, es mucho más importante la regularidad que hacerlo perfecto todos los días.
6. No dependas solo de la motivación
La motivación es un “extra” que hace más fácil que te pongas manos a la obra. Pero no es decisiva para la acción.
Importa más que tengas un buen plan y un compromiso sólido contigo mismo.
Llegado el momento que has decidido para ejecutar la acción que sea, no te preguntes si tienes ganas o no de hacer lo que toca: ¡Hazlo!
Concéntrate en dar el paso de HOY.
Y, muy importante, termina en el tiempo en el que has fijado. No te pases del límite, para que la próxima vez te cueste menos repetir la hazaña.
7. Reconoce tu esfuerzo
Registra tu progreso o, al menos, reconoce el avance que has hecho. Si tenías previsto conseguir 10 y consigues 7, no te pongas a llorar por las 3 que faltan. Así no hay quien levante cabeza.
Celebra lo bien hecho. Date tu merecido reconocimiento. Que esa alegría alimente tus ganas de seguir adelante y de hacer mejoras.
8. Aprovecha los apoyos
Si tienes apoyos externos, aprovéchalos. Si puedes colaborar con otros para beneficio mutuo, adelante.
Aunque el apoyo decisivo sea el tuyo (porque ninguna otra persona puede terminar esta misión por ti), el que brindas y te brindan otras personas es valioso.
Conclusiones: Si algún proyecto te persigue para que lo termines o para que continúes con él, toma la decisión radical de dejarlo, en caso de que haya otros asuntos más importantes de los que ocuparte ahora. No le des más vueltas.
Y, si decides retomarlo, piensa sobre las razones por las que lo aparcaste y, según las que sean, elabora una estrategia para continuar. Si el proyecto vale la pena, no te rindas.
Espero que esto te sirva para reflexionar y que te anime a moverte, si decides retomar tu objetivo.
Deja atrás la etiqueta de “persona que nunca termina lo que empieza” y da un primer paso. En cuanto te des esa oportunidad, habrás roto la etiqueta. ¡Dátela! 🙂
Comentarios
2 respuestas a «Cómo terminar lo que empiezas (o continuarlo)»