Hay quien se lamenta de que la pereza sea el mayor obstáculo entre sí mismo y su objetivo. No es el caso de aquel que se apasiona febrilmente con la idea de lograrlo a toda costa.
Cuando estás obsesionado por conseguir un objetivo no tienes que preocuparte por la motivación, que se encuentra totalmente orientada a la consecución del fin.
¿Es tu caso? ¿Estás obsesionado con un objetivo? ¿O te gustaría estarlo, más bien, para aumentar tus probabilidades de éxito?
La obsesión volcada hacia un objetivo te da ventajas e inconvenientes
Lo oportuno sería defender obsesivamente uno de los lados. Pero, en lugar de eso, voy a esmerarme en que los dos lados de la balanza estén más o menos equilibrados.
Así serás tú quien decida si te conviene apasionarte de manera extrema… O no.
Qué tiene de bueno obsesionarse por conseguir una meta
- La energía se multiplica. O eso parece, porque estás muy motivado.
- No hay rastro de pereza. Tienes la procrastinación bajo control.
- El esfuerzo es frecuente y no pesa. Cada uno, te brinda sensación de progreso constante, en lugar de cansancio infinito.
- La práctica constante no se hace tan pesada.
- Resistes mejor ante el estrés, los problemas e inconveniencias cotidianas. Sales pronto de ellos, porque tienes algo más importante de lo que ocuparte.
- Aprendes deprisa. Estás deseando empaparte de lo que te ponga más cerca de tu meta o de lo que haga el trabajo hacia ella más ligero o rápido.
- Te cuesta poco empezar y terminar tus ejecuciones cotidianas (cualesquiera que sean). Y terminar cosas también fortalece tu autoestima.
- Irradias entusiasmo. Lo transmites a quienes te rodean.
- Tienes un destino claro, un objetivo importante. Y eso es una fórmula infalible contra la monotonía diaria.
Tu vida se convierte en una aventura, como esas películas que giran en torno a una misión crucial.
Inconvenientes de obsesionarte con algo
Lo perfecto no existe. Volcar toda tu atención y tu esfuerzo en un único objetivo puede dar resultados extraordinarios. Nos lo dice Gary Keller: una sola cosa. Eso es lo más efectivo.
Pero el riesgo de pasarte de rosca es alto.
- El riesgo de descuidar la salud. Se te va el santo al cielo. ¿Has comido hoy? ¿Hace cuánto que no duermes por la noche?
- El riesgo de no dosificar las fuerzas. De subir rápido para caer con la misma fuerza.
- El riesgo de descuidar las relaciones importantes. Las relaciones insulsas dan igual. Más tranquilo estás cuantas menos haya. Pero las relaciones importantes son cruciales para tu bienestar.
- El riesgo de perder de vista otras oportunidades. Por estar tan centrado en una en particular, dejas de mirar otras que podrían haberte interesado. O podrían haberte servido de trampolín hacia tu objetivo.
- El riesgo de precipitarte. ¡Esto tiene que salir bien! … No hace falta decir que el futuro siempre sorprende.
La lista de inconvenientes queda cortita. Pero puede pesar lo mismo o más que las ventajas.
A ti te corresponde decidir si dejarte llevar por la pasión de conseguir lo que quieres o actuar de manera más mesurada. Desde luego, a más obsesión, más acentuados están tanto sus pros como sus contras.
Cómo enfocarte hacia un objetivo… ¡con pasión!
¿Has decidido que la obsesión es lo tuyo? ¿Le vas a echar pasión? Vale.
¿Cuánta pasión? Las ideas que siguen puedes adaptarlas para que sean apropiadas para una pasión extrema u obsesión y para una pasión moderada, a media ascua.
1. Ten una motivación potente
Aliméntala en primer lugar. La motivación intrínseca es más fuerte para objetivos a largo plazo. Pero eso no quita que alimentes también la extrínseca.
Llénate de motivos: Ser feliz. Colaborar en hacer un mundo mejor. Echarle el éxito en cara a tu primo. Ganar diez veces más dinero.
Elige lo que quieras. Pero que sean motivos que te interesen a ti, no a otros. Solo ese es el requisito.
2. Recuerda tu misión al despertar
Para que sea fácil hacerlo, puedes poner un póster (o un mural) en tu cuarto, en el salón. O puedes repartir símbolos por tu entorno: en tu mesa de trabajo, en la nevera de la cocina, en tu cartera…
Como sea:
Así será más sencillo practicar lo que sigue.
3. Ten presente tu objetivo todo el día
Hoy vas a tener la oportunidad de elegir unas cuantas veces. Quizás sean pequeñas decisiones como: ¿Me quedo en Facebook o me pongo a leer 15 minutos?
Y, si tienes muy presente tu meta, las probabilidades de elegir a tu favor se multiplican.
Cuanto más presente tengas tu objetivo, más fuerte serás combatiendo distracciones. Más decidido estarás a deshacerte de hábitos que te perjudiquen o de otras influencias negativas.
La mayor parte de lo que haces a diario está conectado con esa misión que tienes. Ciertos placeres que antes ocupaban una porción mayor (películas, televisión, videojuegos…) ahora los vives de manera ocasional.
4. Proponte avanzar a diario
Todos los días, TODOS, ha de haber algún tipo de avance hacia tu objetivo. Decide cuál será cuando empiece la mañana y no te acuestes sin que se produzca.
También puedes trazar objetivos semanales, mensuales, anuales. Evaluar cómo vas y ajustar el plan.
Pero, para que eso sea posible, necesitas comprometerte a dar hoy un pequeño paso, sin falta.
5. Acércate a gente que te inspire
Déjate influir por personas de quienes quieras aprender. Elige bien tus compañías.
Como bien te imaginas, ahora viene la parte en la que te digo que te mantengas lejos de las mentes estrechas, esas que no te dejan despegar los pies del suelo.
Pero no te alejes de las buenas críticas, que son las que te sirven para aprender y mejorar. Ni de las tuyas, ni de quienes te aprecien, ni de las de personas que sepan más que tú.
Utiliza su ejemplo, sus observaciones, sus enseñanzas. Todo eso, sumado a tu experiencia, te servirá para avanzar más ágilmente.
Es tu hora. La de encender la caldera y perseguir con pasión tu objetivo.
La pasión o la obsesión son distintas del amor. Aunque nos hemos referido a un objetivo, la experiencia se parece a cuando te enfocas en una persona.
El amor se nos hace más valioso, porque se basa en el conocimiento (de la meta o de la persona en cuestión). Pero la experiencia de enamorarse le gusta a todo el mundo. ¿O no?
Vívela. Respírala. Es una de esas aventuras que todos (o casi todos) podemos vivir.
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