Si eligieras unos cuantos adjetivos para describirte, ¿estaría entre ellos la palabra «fuerte»?
En caso afirmativo, ¿la fortaleza es una cualidad positiva o una fachada que enmascara tus vulnerabilidades frente a los demás?
¿Sabes? Yo siempre quise ser fuerte. Lo asociaba con hacerme cargo de mi propia vida, con ser resistente a la adversidad, con la capacidad de levantarme y seguir adelante…
Supongo que esto lo deseamos la mayoría.
Como te digo, me encaminé en esa dirección. Aunque no me di cuenta de que me estaba poniendo una trampa a mí misma.
Una cuestión de apariencias
Algunos amigos me buscaban para que los escuchara, para llorar en mi hombro y, a veces, para que les diera algún consejo. Y, cuando yo les comentaba alguno de mis problemas, me decían: «… Pero tú eres fuerte.»
¿Crees que eso es un cumplido? Al principio, yo también lo creía. Después, no.
Ellos se fueron acostumbrando a esa imagen de invulnerabilidad que yo proyectaba, a mi silencio, a mi costumbre de resolver los problemas «sin molestar» a otro.
Se acostumbraron tanto, que ese «tú eres fuerte» acabé viéndolo como: «Tú no deberías sentirte así. (¿No se supone que eres fuerte?)»
Ese cambio en la interpretación del mensaje llegó cuando me di cuenta de que me había forzado a mí misma a mantener esa imagen de fuerte.
Quedé atrapada en las expectativas de los demás, en lo que se esperaba de mí, en el rol de «mujer fuerte»… Y eso, amigo, eso NO es ser fuerte.
Ser fuerte también es ser honesto
Yo puse la trampa y yo caí en ella. Qué flaco favor le hice a mi salud emocional guardando dentro de mí todo el dolor… sin llorar, sin gritar, sin hacer ver a nadie que yo también tenía el corazón roto.
Así fue hasta que aprendí que fortaleza y honestidad van ligadas. Ser fuerte, sí, tiene que ver con la responsabilidad, con la resistencia y todo eso. Pero también tiene que ver con el valor que hace falta para mostrarte tal cual eres.
- Hace falta ser fuerte para llorar, cuando el corazón te estalla de la tristeza o de la rabia.
- Hace falta ser fuerte para admitir que te has equivocado.
- Hace falta ser fuerte para pedir ayuda.
- Hace falta ser fuerte para admitir las imperfecciones y saber que otras personas te amarán a pesar de ellas.
- Hace falta ser fuerte para dejar que las personas que te importan vean cómo te sientes de verdad.
Que busques un hombro en el que llorar. Que admitas que estás triste o asustado. Que, en un momento, no tengas ni pajolera idea de cómo arreglar una situación… Nada, nada de eso te hace menos fuerte.
Todo lo contrario.
Al final, el asunto tiene su gracia. En mi caso, yo era más fuerte antes de intentar «ser fuerte» que después. ¿Y tú? ¿Eres fuerte… de verdad?
Imagen de LeonArts.at
Comentarios
6 respuestas a «¿Eres fuerte en apariencia o eres fuerte de verdad?»
Yo también tengo fama de ser una mujer fuerte, por eso me puede pasar de todo, que no importa, yo puedo con ello. ¡Cómo me he identificado! Sí, yo soy fuerte. Mejor dicho, hoy, estoy fuerte. Hace unos días tuve el día sensiblero y llorón, pero ser fuerte también es dejar salir los sentimientos.
A se fuerte se aprende: cuando empiezas a resistirte a caer después de un golpe, cuando aprendes a dejarte caer y buscar fuerzas para levantarte, cuando te sacudes tu orgullo, o tu autosuficiencia o tu aguante y te atreves a pedir ayuda, y, también, cuando aprendes a soportar el portazo en tus narices.
Aprendes cuando lloras a solas de madrugada y cuando lloras en la caja del supermercado y te limpias las lágrimas disimuladamente.
Aprendes cuando, por fin, dejas de pedir explicaciones a la vida y aceptas lo que hay. Y vives. Y luchas. Y sigues. Y puedes decir que Hoy te sientes mal, triste, solo … y también puedes decir que todo va bien, que no pasa nada, que tú puedes…
A ser fuerte se aprende viviendo, sin excusas.
Hoy especialmente, muchas gracias, Casandra y un fuerte abrazo.
Lo has dicho tan bonito… Gracias, Malú.
Mencionas otro signo de fortaleza que a mí me llevó años descubrir: aceptar lo que hay. 😀
Sin excusas ni huidas, a ser fuerte se aprende viviendo. Me encanta tu frase porque, precisamente, la siento fuerte muy dentro.
Mil gracias a ti. Besos!!
Parece que estoy leyendo una descripción de mi persona, así soy yo y casualmente ayer comentaba que ya estoy cansada de que amigos y conocidos me busquen para contarme sus penas, usarme de paño de lágrimas, pero cuando yo me he sentido triste, desesperada, en esos momentos todos desaparecen y no cuento con nadie, porque efectivamente, piensan que yo tengo la fortaleza suficiente para salir de lo que me sucede, pero ni siquiera ofrecen el más mínimo apoyo. Apoyo, también me he cuestionado porque yo no puedo contar con él, en qué he estado fallando? Ahora al leer esta entrada, me doy cuenta qué es lo que pasa y si, he caído en la cuenta que es una trampa que yo misma me he puesto, he tenido que llegar hasta este punto de mi vida para entenderlo. Ahora lo que me queda es reconsiderar mi propia actitud y trabajar en ella, permitirme ser vulnerable, aprender a pedir ayuda, eso no me hará menos valiosa ni menos fuerte, simplemente me hará más humana. Gracias como siempre por estar ahí, has sido un invaluable apoyo en el último año. Un abrazo hasta donde estés.
Muchísimas gracias a ti, Judith.
Ya ves. Yo también anduve por ese mismo camino… Y seguro que muchas personas más.
Lo bueno es que, mientras tengamos vida, podemos probar otros caminos, hacer las cosas de manera distinta.
Un abrazote grande también para ti. Gracias de nuevo. 🙂
Que razón tienes!!a veces nos ponemos una coraza para que la gente no vea que somos débiles, lo cual es una tontería porque somos humanos y por desgracia, todos solemos pasar por las mismas situaciones. Necesitamos del afecto de los seres queridos ante la adversidad seamos más o menos fuertes, esa es la verdad. Gracias Casandra!!
Seguro, Susana. Unas relaciones sanas, donde los integrantes se apoyen unos a otros, son la guinda del pastel. Quien dijo «la unión hace la fuerza» lo tuvo en cuenta, fijo. 😉
Muchas gracias por comentar!!