Veinticuatro horas. Tienes el mismo tiempo que todos para sacar adelante tus quehaceres de hoy.
Y los sacarás, sin necesidad de recortar horas de sueño ni de acelerar a toda máquina. La cuestión está en ser eficiente: administrar bien el tiempo y la energía de que dispones. ¿Lo intentamos?
Ideas para ahorrar energías
Repasemos 7 ideas que van en esta línea.
1. Planea lo que vas a hacer.
- Parte con las ideas claras de lo que vas a hacer hoy. Si más tarde te toca cambiar el plan, lo cambias.
- Dale prioridad a lo que es más importante para ti.
- Sé realista. No colmes tu agenda de tareas.
- Reserva un hueco para una actividad (o varias) que disfrutes.
2. Simplifica tus decisiones cotidianas.
El fin de esto es reducir el enorme gasto de tiempo y de energía que supone la deliberación constante.
- Establece hábitos. A tal hora, esto. A tal hora, aquello. Tal día, la compra. Tal día me lo tomo libre. Etc.
- Decide por anticipado sobre cuestiones que se presenten con frecuencia. Haz tus propias reglas. Por ejemplo: Los días que llueva vas a salir a correr a la calle, ¿sí o no? Te invitan a irte de juerga un martes. Juerga entresemana, ¿sí o no?
- Automatiza lo que consideres oportuno. El pago de facturas o el ahorro sistemático, por ejemplo.
- Aprovecha la inspiración del momento. ¿Se te ocurre una idea para un regalo? Anótala. Llegado el momento, no tendrás que pensar más en ello. ¿Ideas sobre actividades en tu tiempo libre? Lo mismo.
3. Haz una cosa cada vez.
- Enfócate en la tarea haciendo a un lado las distracciones.
- Trabaja en bloques de tiempo, introduciendo pequeñas pausas durante la tarea y una más larga al final.
- A ser posible, déjala terminada.
4. Agrupa tareas similares.
Supongo que no pones la lavadora cada vez que te cambias de ropa o que no vas a la tienda cada vez que necesitas un producto determinado. Sueles “juntar” unos cuantos trapos o artículos. Y, después, pones la lavadora o haces la compra. Así, ahorras.
Lo mismo pasa con otras tareas. Si te pones a cocinar, prepara comida para unos cuantos días. Si vas a responder mensajes, aprovecha y escribes unos cuantos del tirón (no conforme vayan llegando).
Tú sabrás las tareas que puedes agrupar en tu caso.
5. Crea un espacio propicio para el trabajo.
Si lo que vas a hacer requiere concentración, procura tener tu espacio de trabajo. Uno, donde te sientas cómodo y tranquilo durante ese tiempo.
Despéjalo de distracciones. Y entre las mismas se incluyen los elementos que estén de más, como el exceso de papeles y objetos que no vas a utilizar en ese rato.
6. Suprime preocupaciones.
- Las preocupaciones menores, sáltatelas. Si el asunto que te preocupa no tendrá importancia de aquí a un año vista, no merece un gran desgaste.
- Decide en qué vas a pensar ahora y pasa a la acción de inmediato.
- Si, a pesar de lo anterior, un problema te estresa, no alimentes el malestar.
- Anota qué te preocupa, asígnale un tiempo para pensar en ello y trata de enfocar tu concentración en la tarea que necesites terminar cada vez que se desvíe.
- Practica, practica y practica.
7. Considérate capaz de organizarte bien.
Porque seguramente lo eres. Cada persona suele saber cómo organizarse en determinados aspectos de su vida. Es raro encontrar a alguien que viva en un caos absoluto o que lo tenga todo milimétricamente organizado.
Si crees que eres la desorganización personificada, necesitas darte un voto de confianza. Porque a ser organizado se aprende. Lo que tú has de decidir es en qué quieres organizarte mejor y probar lo que funciona para ti. El resto es práctica.
Arriba tienes unas cuantas propuestas. Pero eres tú el encargado de decidir tus reglas, tus sistemas, tus planes, esquemas… y hasta el nombre que le des a todo lo anterior.
Y, sí, sacarás adelante tus quehaceres diarios de manera cada vez más eficiente. A ver quién dice lo contrario. 😉