De por sí, la vida tiene sus complicaciones. ¿Para qué añadirle muchas más?
De esa pregunta nacen las sugerencias que siguen. Todas ellas apuntan a quitar unas cuantas complicaciones, para llevar una vida algo más simple, tranquila y productiva.
Ese objetivo no es para todos. Quien prefiera más velocidad, intensidad y bullicio, puede darle la vuelta a las propuestas y aplicarlas al contrario.
1. Dale prioridad a lo que es más importante
Prioriza las relaciones más importantes, los objetivos más importantes, las tareas más importantes. Lo secundario, déjalo para después y, lo que no añada valor, considera quitarlo de tu lista.
La esencia de la productividad no es hacer muchas cosas en poco tiempo, sino elegir las más importantes y emplearse en ellas.
2. Acumula menos cosas
Las experiencias te hacen feliz. Y puedes vivir bastantes experiencias enriquecedoras sin abrir la cartera y rodearte de objetos que no necesitas.
A más cosas que quieras, más has de trabajar para conseguirlas, para mantenerlas, para deshacerte de ellas o para renovarlas. Aquello que posees, también te posee a ti.
Rodéate de objetos que amas o te hacen falta. Y prescinde de los que compras porque son chulos, están de moda, los tiene el vecino o son una oferta tentadora.
3. Recorta en preocupaciones superfluas
Si lo que hoy te preocupa no va a tener la menor trascendencia de aquí a un año (por dar una fecha), deja de desvelarte por eso.
En tu vida ya hay cuestiones serias que requieren tu atención y tu energía. No desperdicies esos recursos en asuntos de poca monta.
4. Organízate
Organiza tu tiempo y tu espacio. Hazlo como gustes. Elige las áreas donde enfocarte más o donde enfocarte menos. Elabora tus propias reglas.
Lo que importa es que hagas lo que funciona para ti, a fin de que no sean otros los que decidan sobre tu tiempo o espacio… con el malestar que eso produce.
5. Ve paso a paso
Cuando decidas hacer cambios en tu vida (madrugar, comer sano, tener más vida social, etc.) no lo abordes todo a la vez. Elige un hábito, échalo a andar y después sigues con el resto.
Ten paciencia. Aunque, cuando empieces a andar, vas a ver que hay hábitos saludables que “se apoyan” unos a otros.
Por ejemplo, el hábito de madrugar facilita la entrada del hábito del ejercicio físico. Y el hábito de reunirte con amigos por las tardes, facilita la salida del par de horas sedentarias frente a una pantalla.
6. Acepta las debilidades del género humano
Ahórrate disgustos y conflictos adoptando una actitud compasiva hacia ti mismo y hacia otros.
Todos vamos a meter la pata. Vamos a cometer errores, a realizar comentarios inapropiados o a sacar los pies del plato en el peor momento.
Haz las paces con esa realidad, libérate de altas expectativas y procura hacer tu parte de hoy lo mejor que puedas.
Ya te digo. La idea de todo lo anterior es eliminar el exceso de complicaciones, para reducir también en dificultades, conflictos y estrés. Eliminar lo que no sea esencial, lo que no sea importante. Y eso sólo tú puedes saber qué es.
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