En esta entrada hablamos de la importancia de tener aliados cuando trabajas por tus objetivos y de en qué consiste hacer buenas alianzas.
¿Qué piensas del tema? ¿Es importante tener aliados para ti o prefieres tener solo amigos? ¿Sabes distinguir la amistad de una alianza estratégica?
La diferencia entre amigos y aliados
La amistad es una relación que aporta bienestar y felicidad. A veces convergerán ambas figuras en una misma persona: amigo y aliado. No tendrás que elegir.
Y no hay que hacerlo.
Lo que viene a continuación no ensalza la figura del aliado tirando a los amigos a la basura. Pero hay que reconocer que existen determinadas situaciones en las que un aliado ayuda más que un amigo.
Por ejemplo, cuando tu amigo no te dice que el proyecto que has presentado es una calamidad, porque no quiere herir tus sentimientos.
O, como te quiere tal cual estás, no te señala que estás faltando a la promesa que hiciste de respetar tu menú de comidas.
Un aliado quizás no tenga el mismo reparo. Sobre todo ese que no está atado por los sentimientos cálidos que comparten los amigos. Va a soltarte las cosas como las ve… Y, si te sienta mal, te aguantas.
Ese es uno de los beneficios de las buenas alianzas.
Cómo es un aliado y qué hace por ti
Un aliado es un colaborador. Ya está.
Él/ella tiene sus intereses y tú tienes los tuyos. Así, sin más historia ni sentimentalismos, surge la posibilidad de que uno rasque la espalda del otro, Y, una vez concluida la misión, cada cual sigue su camino.
Como ves, es una relación más simple que la amistad.
No manda el afecto, sino el interés
Por el bien de los respectivos intereses, surge la alianza. Un aliado tiene lo que el otro necesita para avanzar. Y se lo conceden temporalmente, sin drama.
Hay alianzas de larga duración (como las amistades, que también tienen duración variable). Hay alianzas muy cortas. Brevísimas.
Y hay ciertas reglas a seguir, compartidas con otras relaciones positivas, para que la alianza no te salga por la culata.
La más importante: no dependas de tu aliado.
Dependencia, no, gracias. Esto no es bueno cuando tú eres la parte débil. Ni entre amigos, ni entre amantes, ni entre aliados…
Si el aliado no necesita lo que tú tienes, va a despacharte muy pronto.
- Intenta no elegir a uno que esté muy por encima de ti, al mejor, al más importante, al más chulo de todos. Porque, en cuanto te vampirice y ya no le seas útil, te dará la patada.
- Tampoco apuñales a un aliado por la espalda. Es otra regla. Porque a ver quién va a querer aliarse contigo cuando se enteren de cómo tratas a tus colaboradores.
Y los aliados hacen falta, ¿eh? Mucha falta.
Las metas se acercan cuando unos colaboramos con los otros, aunque sea dándonos la mano providencialmente para sacarnos del hoyo.
Observa a cualquier persona de éxito (en el campo que te llame la atención). Verás que tiene aliados a porrillo. O buenos aliados, simplemente, porque la calidad (aquí también) vale más que la cantidad.
Aliados amigos y aliados enemigos
Estamos hablando de una relación simbiótica, donde ganan ambas partes, independientemente de los sentimientos de amor o de repulsa que haya por medio.
- Un aliado puede ser tu amigo o convertirse en tal. Del roce de la colaboración puede surgir el afecto.
- Un aliado puede ser tu enemigo. Un enemigo que se ha unido a ti estratégicamente, quizás para hacer frente a un enemigo mayor.
- Un aliado puede ser un vecino, un conocido… o esa persona que todavía no conoces y que hoy encontrarás en el camino. Mírala.
Dedica tiempo a cultivar tus alianzas
El mejor aliado no es el más poderoso, sino aquel que en el momento apropiado puede ayudarte con lo que a ti te hace falta.
Es esa persona que puede suplir tu carencia, echarte la mano. La persona que, tal vez, te debe una por aquella vez que estaba granizando y tú la acercaste a la parada del autobús.
Al igual que la amistad, las alianzas se buscan, se propician o se cultivan.
Hay verdaderos expertos en esto.
¿Has visto que a veces te han hecho favores (sin venir a cuento) o han sido muy amables contigo?
Llegado el momento, te pidieron lo que necesitaban. Te usaron y después te despacharon. Fuiste el aliado inconsciente. (Como yo misma lo he sido muchas veces.)
Eso va a seguir pasando, porque nos necesitamos unos a otros y la colaboración nos beneficia.
Pero, caray, abramos los ojos. Démonos cuenta de la dinámica. Aprendamos el juego de las alianzas para elegir también. Porque en este, queramos o no, estamos participando toda la vida. 😉
Ampliaré este tema de los aliados. Aunque a ti puede que no te haga tanta falta como a mí.
Antes hablé del compañero de objetivo que elijes, para beneficio de ambos. Y de la alianza permanente e incondicional contigo mismo. Pero queda mucho por decir.
Gracias por leer esta vez.