Ira y estrés

La ira tiene bastante relación con el estrés descontrolado.

Cuando estamos agobiados, basta una leve contrariedad para que demos rienda suelta a las tensiones dejándolas salir en forma de una furia tremebunda.

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Controlar la ira

Los antiguos maestros de artes marciales, ayudaban a sus alumnos a controlar su ira, basándose en que quien lucha airado pierde la batalla.

Una técnica eficaz consistía en el entierro de todo el cuerpo del alumno, dejando al aire sólo la cabeza.

El maestro, por su parte, comenzaba a insultarlo, a darle de bofetadas, e incluso se le orinaba en la cara para provocar su ira.

Sin embargo, por enfadado que estuviera, el alumno permanecía imposibilitado para reaccionar a sus anchas.

Poco a poco, el “pequeño saltamontes” conseguía controlar su ira, a través de la concentración y de la meditación profunda.

Así llegaba a ser un luchador con temple, capacitado para juzgar mejor a sus oponentes y para anticipar sus movimientos.

Hay que quedarse con la finalidad de la historia, porque ni a ti ni a mí nos apetecería que nos enterraran el cuerpo y nos torturasen hasta aprender la lección (supongo).

Alternativas

Para gestionar esos momentos puntuales de ofuscación derivados de la ira, aquí tenemos una guía práctica: De la ira a la calma en 3 pasos.

Pero lo más efectivo es ocuparse del estrés descontrolado, que es el que hace que sean tan frecuentes esos ataques de ira tan recurrentes.

A menos estrés, menos ira.

Procura descansar, hacer un pequeño hueco para cuidar de ti a diario, divertirte y cuidar de las relaciones con la gente que es importante en tu vida.

Más en: 17 Buenísimas ideas para desestresarte.

Poco a poco y con voluntad por nuestra parte, todos aprendemos a manejar el estrés, en lugar de ser nosotros los manejados por él.

Por mi parte, me he decantado hoy por liberar tensiones a través de actividades moviditas. ¿Y tú? ¿Qué vas a hacer hoy para liberarlas?