Si llevas un tiempo usando redes sociales, foros u otras páginas donde compartes tu opinión o información relativa a tu persona, te habrás encontrado con este personaje: el troll de Internet.
El troll es este individuo que pulula por estos barrios. Y que, con tal de molestar y/o llamar la atención, ataca a otros con comentarios fuera de tono, descalificaciones o tonterías que no vienen al caso. ¿Qué haces tú cuando te encuentras con uno de ellos?
Aclaremos antes que una crítica negativa o una opinión contraria no son “troleos”, siempre que la persona que los emita se muestre respetuosa.
Cuando nos expresamos en Internet, encontramos a personas afines y a otras con ideas diferentes. Es natural y beneficioso que haya diversidad de gustos u opiniones.
Pero el troll no se presenta con la idea de aprender, compartir o ayudar. Emite comentarios negativos para llamar la atención y/o hacer daño. Por eso habrás visto en infinidad de sitios consejos como éste: No alimentes al troll.
¿El troll alivia su aburrimiento vital metiéndose contigo?
Hay trolls que sí; están aburridos y lo más constructivo que se les ocurre es meterse con quien encuentran.
Insultan tu trabajo, porque sí. O, si lo que cuelgas en Internet es de naturaleza personal, escriben mensajes negativos sobre ti, sobre tu familia, sobre tu apariencia o sobre tu estilo de vida.
También hay trolls frustrados. No saben cómo destacar o recibir la atención que necesitan y optan por derribarte a ti.
Pero no nos engañemos. Hay trolls que no están amargados ni aburridos. Son ésos que disfrutan haciendo daño y se alegran cuando lo consiguen.
Muchos de nosotros no nos sentimos a gusto cuando somos crueles con los demás. Pensamos que el resto del mundo siente lo mismo. Y no.
Según estudios recientes, hay personas que sienten placer con el dolor de los demás. Más de las que pensamos. Existen personas con tendencias sádicas, que no son necesariamente narcisistas o psicópatas (aunque ésos también troleen).
Sí, aunque no quieras creerlo, hay trolls tan “normales” como tú y como yo.
Unos por aburrimiento. Otros por frustración. Otros por sadismo. La mayoría de ellos no se consideran trolls. Pero sí tienen en común una cosa: quieren que TÚ les hagas caso.
¿Le darás al troll de Internet lo que quiere?
Piénsalo la próxima vez que uno de ellos te dedique un comentario irritante. Su objetivo es llamar la atención y/o molestar. Y, aunque sólo le contestes con un: “Vete a la m¡erda”, habrá conseguido su propósito.
Puedes pensar eso mismo (por dentro); sentir lástima, asco, indignación o reírte de la idiotez que se le ha ocurrido. Pero contestarle no vale la pena.
No vale, porque le estás dando la importancia que él/ella quiere. Le estás dedicando tiempo, energía. Si contestas, le estás demostrando que te ha tocado emocionalmente. Justo lo que el troll quería.
Ten en cuenta que lo que compartes por Internet puede ser visto por personas que tú no quieres que lo vean. Toma tus precauciones. Y, si te ataca uno de estos personajes, ignóralo, bloquéalo, denúncialo (si es grave el asunto). Lo que sea, pero no lo alimentes.