¿Cómo te sientes cuando te das prisa para terminar una tarea en el tiempo que fijas y, aun así, no la acabas? ¿Te molesta un poco?
En ese caso, vamos a verlo de otro modo. Nos vamos a quedar con las consecuencias positivas de ese fallo en la planificación.
¿Cuáles son las ventajas de dejar una tarea sin terminar?
Te las cuento en el vídeo. Si prefieres leerlas, sigue debajo.
A mí se me ocurren dos y las he experimentado aquí mismo, en el blog.
Me gusta terminar la entrada antes de irme a comer, pero eso no siempre es posible. Ya sabes, por imprevistos y otras cuestiones.
Antes me fastidiaba un poco. Prefería irme a descansar celebrando que había escrito la entrada. Y sigo haciéndolo. Aunque ahora, además, veo ventajas en dejarme tareas a medio acabar.
(1) Ayuda a no procrastinar
Cuando tienes delante una tarea laboriosa es fácil demorar la hora de empezar con ella. El comienzo es lo más difícil. Aunque planifiques por anticipado, partes de cero.
Y quizás surja la tentación de ponerte antes con otra cosa: servirte un café, consultar el correo, echarle un vistazo a Facebook…
Sin embargo, al dejarte pendiente una tarea, cuando vuelves retomas el hilo de lo que estabas haciendo y sigues por ahí. Tienes un punto claro de partida. Eso intimida menos y, por tanto, es más fácil vencer la tentación de procrastinar.
(2) Sirve de impulso
¿Te gusta la sensación de acabar pronto una tarea? Si te pasa como a mí, cuando terminas algo difícil al inicio del día, te sientes más productivo y eso te da ánimos para abordar lo siguiente.
Esa sensación también te la brinda una tarea difícil que terminas al poco de ponerte con ella.
¿He dicho “al poco”? Sí, porque también es probable que, durante el descanso, tu mente se prepare para terminar la tarea incompleta.
Es el llamado “efecto Zeigarnik”. Por lo que el pequeño tiempo que tardas en retomar el hilo de la tarea puede compensarse con ideas más claras, que te ayudan a terminarla antes.
Es simple, pero funciona. A días, suelo dejarme entradas escritas a medias a propósito. Cuando vuelvo al blog, procrastino menos porque sé exactamente qué es lo que tengo que acabar.
Es más, a veces llego con el trabajo acabado en la cabeza.
Por alguna razón, al cerebro le gusta acabar lo incompleto. Y el mío se empeña en completar lo que queda pendiente mientras estoy lavando los platos o encendiendo el ordenador. 😀
¿Ves? No es tan terrible dejar las cosas a medias después de todo.