Hablemos del efecto Zeigarnik. ¿Has buscado alguna vez algo sintiendo la necesidad de no parar hasta encontrarlo?
¿Has tenido alguna vez una palabra «en la punta de la lengua» y te has empeñado en que saliera?
O algo un poco más pesado… ¿Has estado dándole vueltas a una situación durante varios días para intentar resolverla?
En esas situaciones observamos el efecto Zeigarnik que, según los psicólogos, consiste en la necesidad de acabar una tarea, pensamiento o aquello que esté incompleto.
El nombre del efecto se le debe a Bliuma Zeigarnik. Según sus experimentos (llevados a cabo en la década de los años 20), para muchas personas es más fácil recordar las tareas inconclusas que las terminadas.
Lo anterior lo comprobó con niños en un experimento estructurado. Pero también hacia 1927 se fijó en los camareros y en su memoria a corto plazo.
Los camareros recuerdan los pedidos justo hasta el momento en que los sirven. Después desaparecen de su mente. ¿No hacemos lo mismo nosotros con algunas tareas?
Esto se nota también en los asuntos pendientes de la vida cotidiana: cuentas por pagar, ropa que lavar, recados que atender, etc.
Es más fácil acordarse de lo que hay que acabar que de lo que ya está hecho. Buena parte del estrés que padecemos tiene que ver con lo que no está terminado.
En investigaciones posteriores, los estudios demostraron que también podía darse el efecto contrario en aquellas tareas susceptibles de afectar negativamente la autoestima.
Esto es que, para preservar la autoestima, hay quien prefiere recordar los logros o aquello que ha terminado, que tareas pendientes que supongan una sensación de fracaso.
Cómo aprovechar el efecto Zeigarnik
Si eres estudiante o realizas tareas que supongan un esfuerzo cognitivo, prueba a introducir descansos en los que realices algo que no tenga nada que ver con lo que estudias.
Según este efecto, recordarás más datos cuando lo retomes que si dejas de estudiar justo al finalizar un tema, unidad o sesión.
Buscar comodidad en lo incompleto
Es agradable terminar lo que se empieza, pero demasiado desgastante es pretender ponerle el punto final a TODO cuanto se empieza y cuanto antes.
Demasiada preocupación. Una inversión enorme de tiempo y energía que no siempre merece la pena, porque nos impide disfrutar del momento presente.
El equilibrio estaría en no contentarse únicamente con lo que se ha terminado. Pero tampoco vivir permanentemente incómodo por lo que no se tiene o no se ha concluido.
Cada uno de nosotros, sin excepción, acarrea dudas pendientes, problemas y otros asuntos incompletos. Podemos vivir con todo eso sin sentirnos aprisionados.
Mejor aun, podemos dejar atrás unas cuantas incomodidades, liberarnos de ellas o asignarles una «cuota máxima» de preocupación en lugar de cargar con todo el lote, ¿no crees?
Fuentes: The Zeigarnik Effect and Completing Everything | Zeigarnik effect
Imagen de wilhei55
Alba dice
Yo debe ser que tengo una memoria de pez exagerado porque cuando todos mis amigos están dándole vueltas al nombre de un personaje, en ese típico momento en el que tiene que salir sí o sí, yo al cabo de 2 segundos ya no me acuerdo ni en qué estaban pensando jeje.
Muchas gracias por el consejo a la hora de estudiar, lo pondré en práctica :).
Un besazo
Tus Buenos Momentos dice
A mí antes me incomodaba más no acordarme de las cosas, por ejemplo, pero ya lo llevo mucho mejor. Supongo que este efecto conoce también sus «intensidades». 😀
Besos!
Vicky dice
Muy interesante esta entrada! No es tan malo dejar cosas sin concluir, después de todo… 😉
Tus Buenos Momentos dice
El chiste está en encontrarle ventajas incluso a situaciones incómodas como ésta. 😀
Gracias, Vicky!