¿Estás preparado para perdonar?

Perdonar es un proceso largo y difícil. Un proceso que requiere paciencia y que culminará cuando la persona que sufrió el daño se sienta preparada para dejar ir el dolor.

En ofensas leves este proceso puede ser rápido. Si yo te pido perdón por arruinarte un traje, puede que al día siguiente tú me digas que el asunto está zanjado: Vale. Ya pasó. Pero tú pagas la factura de la tintorería, ¿eh?

En asuntos graves, la cosa lleva más tiempo. Una herida grande no se cura en cinco minutos o cuando a ti te parezca que debe curarse.

El perdón lleva tiempo

Si, en lugar de arruinarte un traje te arruino la vida entera, necesitas tiempo para curarte y perdonarme de verdad.

camino largo

Tal vez, yo me sienta culpable y te presione para que me perdones. Y puede que tú también quieras perdonarme pronto, para dejar de sentir lo que sientes y para que todo vuelva a ser como antes.

Puede que me des un perdón “de boquilla” y que actúes como si, realmente, me hubieras perdonado, cuando dentro de ti la herida continúa abierta y sigue doliendo. Ese perdón sirve de poco, ¿no crees?

Lo más habitual, cuando sufres por una traición u otra ofensa que te ha dolido profundamente, es que necesites tiempo para tomar distancia, para calmarte, para procesar lo ocurrido y vértelas con tus sentimientos.

Ahí empieza el perdón. Que, como se observa, no es un acto único, dulce y bonito, sino un largo camino que, según los casos, se recorre en días, meses… o décadas.

Hasta que te liberas

El proceso culmina cuando tú te sientes listo para dejar ir el dolor. Cuando sientes que te mereces seguir adelante sin él.

En primer lugar, te perdonas a ti mismo, por ser un simple humano que, en este caso, no ha podido curar sus heridas en un visto y no visto.

No eres perfecto, sino una persona que ha estado un tiempo cargando con el rencor y doliéndose de su herida.

Y, después, dejas que quien te hirió siga su camino. Ya no vas a gastar más energías en darle vueltas a aquello que ocurrió. Cosa que no quiere decir que olvides lo sucedido.

La experiencia ha de servir para algo. Tú aprendes de lo que pasó y es natural que haya consecuencias.

Quizás, decidas continuar tu relación con esa persona, pero poniendo límites y tomando tus precauciones para que no se repita lo mismo. O quizás optes por cortar esa relación, para que cada cual siga su camino.

Pero, aunque no olvides, cuando perdones te sentirás muy aliviado. De tanto en tanto, puede que te duela la cicatriz de la herida. Aun así eso es menos traumático que dejar la herida abierta y llenándose de porquería indefinidamente.

El perdón lleva a la libertad. Sólo por eso vale la pena iniciar este camino, dure lo que tenga que durar. ¿Estás preparado para recorrerlo?

Imagen de Stuck in Customs


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