¡Buenos días!
Llegas al trabajo. Cuelgas la desgana en la percha y saludas con una sonrisa. Tu compañero te contesta con una mueca.
En la calle, ayudas a un señor a recoger del suelo los paquetes que se le cayeron. Y se va apurado sin decir “gracias”.
Durante el día realizas más gestos generosos: animas, escuchas, abrazas, compartes lo tuyo. Los receptores de dichos gestos responden de maneras diversas: unos, con agradecimiento; otros, sin él y el resto, tal vez, ni cuenta se da del regalo que les has hecho.
Es natural que quede cierta desazón cuando tú tienes un gesto amable con una persona que no lo valora. Aunque esa desazón está ligada a la expectativa de recibir una respuesta agradable por parte de esa persona.
Si no corresponden a tu gesto amable, ¿te decepcionas? Se entiende que te sientas herido, por ejemplo, cuando tú acostumbras a apoyarme cada vez que yo necesito tu ayuda. Y yo rara vez estoy ahí para apoyarte a ti.
En tales casos de falta de reciprocidad, tú puedes decidir qué hacer en lo sucesivo con tus gestos generosos. Son “tus regalos” y se los das a quienes creas conveniente.
Lo que sí te hace bien es que sigas dando esos regalos. Que sigas ofreciendo atención, cariño, ánimos y echando una mano donde tengas la oportunidad.
¿Por qué? Porque, independiente de que los otros valoren o no tus regalos, los vas a valorar tú. Vas a darte cuenta de lo (mucho) que tienes para ofrecer.
Tú das porque tienes. Y eres testigo de ello cada vez que realizas uno de estos gestos. Puede que haya personas ciegas ante tu sonrisa. Pues sí. Pero eso no te quita la experiencia de ser capaz de poner una nota positiva en la vida de otros.
Supongo que lo has comprobado. Cuando das, más consciente eres de lo que tienes para ofrecer. Y, qué caramba, también están aquéllos que van a apreciarlo contigo y van a sentir que viven en un mundo más amable gracias a ti.
Comentarios
2 respuestas a «La recompensa de dar a los demás»
Me pasó, pero he llegado a considerar que todo lo que considero bueno y que soy capaz de dar no vale la pena cuando no es agradecido o retribuido, o al menos tenido en cuenta
La cosa es que tú sí te das cuenta de que es bueno, así como como otras personas que también lo van a valorar. Sólo por eso, creo que vale la pena. ¿Por qué les damos más atención a los que no quieren valorarlo?
El tema da que pensar. Gracias por unirte a la reflexión, Luis. 🙂