¿Y si fuera diferente?

Si tuvieras la oportunidad de hacerlo, ¿cambiarías algo en tu vida?

Seguramente, en la vida de cada uno de nosotros hay algo que podría ser mejor de lo que es. Algo que puede llevarnos a especular: ¿Y si fuera de otro modo?

En el caso de que tengamos la oportunidad de mejorar aquello que no nos gusta, ahí está el camino. Queda ponerse manos a la obra.

Sin embargo, cuando se trata de algo que está fuera de nuestro control y que no podemos cambiar, ¿qué hacemos? ¿Nos conformamos quedándonos con el deseo de que fuera diferente?

¿Y si…?

distinto paisaje

Hay algo que todos sabemos y que hemos visto y leído en muchas historias, con algunas variantes. ¿Te suena la siguiente frase?:

Cuando los dioses quieren castigarnos atienden nuestras plegarias. (Memorias de África)

En realidad, no tenemos la certeza de que nuestra vida fuese mucho mejor si se cumpliera nuestro deseo.

Podría ser incluso peor. ¿Quién sabe? Esa duda sirve para no idealizar una situación que no conocemos.

Por otra parte, los humanos nos acostumbramos tan rápidamente a lo bueno, que enseguida echamos en falta más de lo mismo o mejor.

La trampa es que quien no sabe valorar lo que tiene es difícil que consiga saciarse alguna vez. Deseará aquello que no tenga y, si llega a conseguirlo, deseará aun más.

Por eso es tan necesario aprender a valorar quién es uno mismo; a valorar a las personas que nos acompañan; a valorar cada circunstancia de nuestra vida y a sentir aprecio por todo ello.

Hay quien para este propósito aplica una técnica de visualización negativa, que consiste en imaginarse que su situación actual es peor de la que es.

Aquí también se acude a la pregunta: «¿Y si fuera diferente?», pero con otro propósito.

Desde luego que funciona para quien luego vuelve a la realidad y se encuentra con un panorama mucho mejor.

No sé tú, pero a mí ni me funciona mirar al futuro pintándolo de rosa, ni teñir de negro el presente para descubrir más tarde aliviada que la realidad no es tan horrible.

Prefiero aprender a mirar el presente. Aprender a apreciar los detalles, las pequeñas cosas que se dan por hechas y tienen un gran valor. Y sentirme afortunada por todo lo bueno que encuentre.

Naturalmente, el sentimiento de gratitud que nace de ese aprecio no hará que desaparezcan determinadas carencias o dificultades, pero nos hará verlas de otro modo.

Por qué no agradecer y disfrutar todo lo que hoy nos ha dado la vida (aunque parezca poco), en lugar de perder esa oportunidad y quedarnos especulando: «¿Y si fuera diferente?»


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