¿Quieres tener más tiempo para convivir con las personas importantes de tu vida, para practicar tu hobby, para descansar o para cualquier otra cosa que tengas en mente? ¿Y quién no?
Aquí va una idea que puede servirte. Eso, si no es que ya estás llevándola a cabo:
Presta atención a tus rutinas cotidianas y encuentra el modo de recortarles minutos.
Sobre todo, fíjate en ésas tareas que no aportan demasiado valor a tu “misión diaria”.
Pueden ser el aseo, la limpieza, los desplazamientos, etc.
No se trata de que te metas presión para ir a toda mecha, sino de que elimines el tiempo que les echas de más.
A mí me está dando resultado. Yo me propuse sacar algo más de tiempo diario para leer y, a raíz de eso, me propuse “rascar” minutos de actividades con poquito valor.
Un par de minutos que recortas en una tarea. Unos cuantos segundos que ahorras en otra… Y te encuentras con que, cuando llega la tarde, suman veinte minutos extra o media hora. Estupendo, ¿no?
Obviamente, yo no sé cómo es tu rutina diaria. Pero quizás puedas tomar algunas medidas para agilizarla.
Medidas tan insignificantes como despejar el espacio de objetos innecesarios, asignar un lugar a cada cosa (para evitar tiempos de búsqueda) o limpiar el ordenador (para que trabaje más deprisa).
Piensa, piensa. Mide el tiempo que le dedicas a cada tarea. Observa si algún paso se podría suprimir o recortar… ¡Y adelante!
Si no llega a media hora, cinco minutos que recortes suponen dos horas y media más al mes; que son treinta horas al año. ¡Más de un día!
¿Haciendo qué? Lo que tú quieras.