Por qué vivir con un poco de ambición

La ambición se puede definir como el deseo intenso de conseguir unas metas que, una vez logradas, son sustituidas por otras cada vez más altas.

Viéndola así únicamente, es como si se tratara de una motivación sólida e imparable. Por lo que, bien enfocada, se le puede sacar partido.

La felicidad que experimenta una persona que está contenta con cómo es y con lo que tiene también puede ser experimentada por alguien un poco ambicioso.

La diferencia es que el primero no aspira a nada más y el segundo, sí.

La ambición puede estar relacionada con la avaricia, la envidia, el egoísmo, el afán de poder y otra serie de sentimientos similares a ésos, pero no tiene porqué ser así en todos los casos.

En realidad, se pueden distinguir tres niveles distintos en lo que a ambición se refiere:

ambición, subir escalera

1. La ambición desmedida (o patológica)

Ésta es la que está relacionada con esos sentimientos destructivos que hemos mencionado.

La persona no está satisfecha, porque siempre quiere más y más. Lo que podría haber comenzado como una motivación se transforma en una obsesión que controla toda la vida de quien la padece.

2. La ambición mesurada

Consiste en plantearse metas posibles, realizables y desarrollar un esfuerzo considerable para alcanzarlas.

Metas, que suelen formar parte de un proyecto que la persona ha trazado para su vida.

Sin embargo, perseguirlas no excluye otro tipo de objetivos, ni de actividades, ni mucho menos el descuidar las relaciones con otras personas. Ésa es la diferencia con la ambición desmedida.

3. La carencia de ambición

La persona está a gusto como está y no necesita nada más para disfrutar de la vida. Puede tratarse de un estado de plenitud, pero también de conformismo o de miedo al cambio.

 

Personalmente, me inclino hacia la postura de vivir la vida con un poco de ambición, enfocada a la mejora continua.

Superarse a sí mismo, aprender, mejorar la calidad de vida y, aun así, seguir toda la vida teniendo planes y aspiraciones.

Levantarse cada día con la sensación de que ya se ha hecho todo lo que había que hacer, quizás porque se es muy mayor para emprender otras metas o para cambiar algo, es algo con lo que no me identifico.

Supongo que se puede ser feliz de ambas formas: estando bien como se está, valorando lo que se ha logrado, o intentando progresar cada día en una dirección determinada.

¿Y tú? ¿Qué piensas sobre la ambición?

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