Cambiar envidia por admiración

Partamos de algo irrefutable: cada uno de nosotros es diferente e irrepetible. Por parecidas que sean dos personas, siempre habrán cualidades y circunstancias que las diferencien.

Esto nos lleva a que, muchas veces, compararse con otro sea una pérdida de tiempo.

De ahí nace la envidia; de una comparación sesgada que hace que nos sintamos mal con nosotros mismos.

Lo de la comparación sesgada es importante, porque el envidioso se fija sólo en lo que le interesa, en lo bueno de otro, sin saber el precio que ha tenido que pagar para lograr lo que tiene o qué otras circunstancias hay detrás.

mujer y su sombra

La envidia como motivación

Esta comparación puede ser muy motivadora para el envidioso. En efecto, hay quien le extrae un resultado positivo.

Si ese pelele ha llegado hasta ahí, yo llegaré mucho más lejos.

Si hay personas a quienes la envidia les sirve como fuerza motivadora, perfecto. Nada que objetar.

Pero, como cada persona es diferente, también estamos aquéllos a quienes no nos sirve esta estrategia. Entonces, ¿de dónde generar una fuerza equivalente? De una buena palabra:

Admiración

A la admiración hay quien la llama envidia sana o envidia blanca, pero en realidad no es envidia.

Detrás de la envidia hay rabia, frustración, tristeza, una escasa apreciación de las propias cualidades y/o una venda que nos impide ver otras oportunidades.

La admiración sí es constructiva, blanca y sana, si es equilibrada.

Cuando admiras a alguien, no lo comparas contigo sintiendo rabia, tristeza o escasez. Lo que sientes es inspiración.

Pongamos un ejemplo muy simple: Alguien se compra un flamante coche nuevo y lo aparca en el vecindario.

(En la cabeza de un envidioso): Mira tú éste… Pues yo me voy a comprar uno en rojo y más grande.
(En la cabeza de un admirador): Qué coche tan bonito… Yo estoy muy bien con mi bici, pero cuando me compre uno ya sé qué me gustaría.

Ventajas de la admiración

  • Cuando admiras, no eres injusto contigo. Es decir, no cuestionas tu valía frente a otra persona.
  • Cuando admiras, no eres injusto con la otra persona. No tienes necesidad de emitir juicios ni de aplastarlo como a una cucaracha.
  • Cuando admiras, tienes un punto de referencia, un modelo, una fuente de inspiración y aprendizaje.
  • Cuando admiras, te sientes mejor que cuando envidias, indudablemente.

Para concluir, recalquemos las diferencias esenciales entre envidia y admiración:

Quien envidia quiere lo que otro tiene; se siente mal consigo mismo, situándose en un plano de inferioridad. Está a la sombra de otro.

Quien admira valora sus cualidades y circunstancias. No se siente inferior. No quiere lo de otro; quiere lo suyo, pero agradece y aprovecha que haya otras personas de quienes puede aprender.
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Y ahora, ¿qué prefieres sentir, envidia o admiración? ¿Cuál deseas que sea tu motor?

Yo lo tengo claro. De ahí el título del post. 😉

Imagen de Steve-h


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