Lo ideal es dejar de fumar porque tú decides que es una buena idea. Pero hay personas que lo intentan (y muchas lo logran) motivadas por su deseo de complacer a los demás.
Dentro de esto, el panorama es variado.
- Dejas de fumar porque tu médico te lo pide.
- Lo dejas porque tu novio no aguanta que fumes y te está todo el día presionando.
- Quizás, porque tu mujer se está quitando del vicio y tú quieres apoyarla.
- O puede que lo hagas porque te sientes culpable de que tu niño, tu compañero o tu perro sean fumadores pasivos.
Imagínate que la razón principal para dejar el tabaco está en los demás, no en ti. Ahora, la pregunta: ¿Crees que es lo más efectivo?
La parte positiva
Todo suma. Cada razón que puedas añadir a tu lista para dejarlo, es útil. Cuanto más larga sea tu lista de motivos, tanto mejor.
¿Dejas de fumar para no perjudicar la salud de los más pequeños de la casa? Genial. Pero que esa importantísima motivación esté justo detrás de la primera: Tú.
La parte negativa de dejar de fumar por otros
Cuando dejas de fumar únicamente a causa de otros, las probabilidades de recaer aumentan.
Lo dejas y, en algún momento, sientes que son los otros quienes «te están privando de algo». Este sentimiento, muchas veces basta para volver a engancharse.
¿Y qué pasa cuando tu relación con ellos cambia? Ponle que discutes o te separas de la pareja «anti-tabaquil», que dejas de ver al médico o que tus niños crecen y se van de casa.
Cambios así hacen que la razón principal por la que te has estado privando de fumar desaparezca. Y, un día cualquiera, quizás sientas que no hay problema si te fumas un cigarrillo.
Lo dejas porque así lo has decidido
Por lo expuesto es que, si quieres dejar el tabaco, la razón número uno ha de ser siempre: Porque tú quieres.
Haciéndolo por ti también se beneficiarán todos los que estén alrededor. Con una diferencia: Estarás más a gusto, porque ellos no te están privando de fumar. Eres tú quien lo ha decidido. Y, por eso, te sientes contento y orgulloso cada día que pasas venciendo la adicción.
Y, además, ganas en control. No dependes de que otro te felicite, te anime o esté haciéndote marcaje para que no fumes. Si están ahí, estupendo. Si no, a ti nadie te quita la satisfacción de haber roto las cadenas con el vicio, ¿a que no?