Partamos que una conversación entre dos se disfruta más cuando ambas partes participan. Así suele ser, salvando las excepciones.
La conversación se hace pesada cuando tu amigo (refirámonos así a la otra parte) la acapara y no te deja espacio para hilvanar dos frases seguidas. Aquí van ideas para que tú también puedas hablar de lo tuyo.
También apuntaremos algo para el caso contrario: tu amigo está poco participativo en la conversación y quieres que hable.
Ideas para una conversación entre dos
(1) Cuando la otra parte acapara la conversación
En ocasiones, es lo apropiado. Imagínate que él/ella está viviendo una experiencia crucial que necesita compartir: acaba de firmar un contrato con una empresa importante o de firmar un divorcio.
Otra vez, en la que seas tú quien necesite una dosis extra de atención por algo extraordinario que haya ocurrido o porque te urja sacar de ti determinados sentimientos o pensamientos, tu amigo te cederá todo el espacio que quieras para que hables a gusto.
Dejando sucesos extraordinarios al margen, ¿qué pasa cuando tu amigo se explaya contándote sus vicisitudes cotidianas?
1. ¡Arráncate! ¡Suéltalo!
Si tu amigo lleva hablando un buen rato, aprovecha una pausa (porque tendrá que respirar, la criatura). Úsala para introducir tu tema: ¿Sabes? Quiero contarte… (bla, bla, bla).
2. No dejes que te interrumpa.
Ya que tú no le has interrumpido a mitad de una frase para hablar de lo tuyo, trata de que él/ella tampoco lo haga: Espera, espera. Deja que termine de contarte.
En estos momentos, tú estás explicando tu historia. Tu amigo, como se lo has pedido directamente, te escucha (o lo parece).
Breves instantes después, imita lo que tú has hecho al principio. En cuanto haces una pausa, retoma su carrete. La diferencia es que el amigo llevaba hablando una hora y tú acabas de empezar.
¡Pero si no has explicado bien lo que querías! ¡Te has quedado a medias! Y, sin darte cuenta, estás otra vez escuchando y hablando de los asuntos de tu amigo. ¿Qué haces? (Siguiente punto.)
3. Redirige la conversación hacia tu tema.
Sin resoplar, sin poner cara larga o hacer un comentario pasivo-agresivo. Directamente: Volviendo a lo de antes. Como te iba contando… (bla, bla, bla).
4. Trata de que sea un tema de interés para tu amigo.
Algo en lo que intuyas o sepas que él/ella pueda aportar.
Es que, si vas a cortar el tema de sus vicisitudes cotidianas (que le interesan muchísimo) para hablar del comercio en la Edad Media u otro tema en el que te conste que no tiene interés, la conversación va a ser más difícil.
5. Desvía la conversación.
A veces no se trata tanto de que quieras introducir un tema, sino de que estás harto de que tu amigo gire en torno al mismo asunto.
(Insisto. Descartamos que se trate de una de esas conversaciones importantes en las que tu amigo necesita que escuches cómo se siente.)
¿Cómo lo sacas del tema en el que se ha enfrascado? Con preguntas. Hazle preguntas sobre temas diferentes. Las que hagan falta: Por cierto, ¿cómo le va a tu primo viviendo en Escocia?
6. No te acerques a temas “arriesgados”.
Si te ha pasado más veces y sabes que este amigo es de los que se atascan en un tema para no salir (su jefe, el fútbol, la política) trata de hablar de asuntos que no tengan nada que ver.
7. Díselo a las claras y por las buenas.
Como último recurso, dile a tu amigo que te deje hablar un poquito. Así, sin enfadarte.
Aquí tienes más ideas: 8 Maneras de frenar a alguien que habla demasiado.
(2) Cuando eres tú quien está hablando demasiado
A veces pasa. Pongamos que a la otra persona le cuesta más hablar o sacar sus temas. Y tú, quizás porque te incomodan los silencios, te encuentras monopolizando la conversación.
Si quieres que la otra parte también participe y la disfrute, hazle preguntas. Puede ser que la conversación se vuelva más interesante una vez que la otra persona se suelte y se sienta cómoda.
Procura que sean preguntas abiertas, del tipo: ¿Por qué elegiste esto en lugar de aquello? ¿Qué es lo que más te gusta de…?
Así invitas a hablar a tu amigo. Y, por supuesto, tú darás muestras de que te interesa lo suyo cuando lo escuches con total atención y sigas haciendo preguntas (sin exagerar).
A la mayoría de las personas les gusta hablar de sí mismas y compartir lo que les interesa. Pero hay a quien le cuesta dar esos primeros pasos.
Quedémonos, si te parece, con que los buenos conversadores, esos con los que la gente se siente a gusto, no suelen acaparar toda la conversación. Comparten lo suyo, pero también le dejan espacio a la otra persona para que participe.
Por la salud de nuestras amistades y relaciones, en general, ¿qué tal si practicamos con nuestras conversaciones cotidianas?