Odio esos días en los que termino tarde porque empecé tarde. Siempre me prometo que la próxima vez remolonearé menos y empezaré el trabajo… ¡de una vez!
Quiero empezar el trabajo sin procrastinar, sin demorarlo. ¿Tú también? De eso va esta entrada.
Vamos a ponernos en situación. Imagínate la escena.
Estás metido en la tarea y no te sientes tan mal. Lo duro fue empezar. Le diste largas al momento remoloneando entre distracciones y otras tareas menos importantes.
Procrastinaste. Y, cuando la culpa o la necesidad te apretaron las clavijas, te pusiste manos a la obra.
Yo también sé lo que es esto. Compartimos historia.
El tiempo que perdimos procrastinando pudimos haberlo dedicado a la tarea para librarnos antes de ella. Porque, en realidad, no fue tan pesada una vez que estuvimos en movimiento.
¿Simple? Sí. ¿Fácil? Mmmm… No sé yo.
Ante ti hay un cerro de platos por fregar. O un tema difícil que estudiar. O una sesión de ejercicio que te arrancará de la cama. U otra tarea.
La miras. Te ves a ti mismo pasándolas canutas durante un buen rato. Y, claro, te resistes a empezar.
Experimentas aun más resistencia en tareas en las que no sabes bien qué te vas a encontrar y se prestan a la confusión o la incertidumbre, como estudiar, rellenar la declaración de la renta, escribir un informe…
¿Quién dijo que empezar era fácil?
Hasta empezar tiene truquillo. Tú y yo nos lo sabemos, pero tenemos que utilizarlo cuando nos vemos la cara con tareas pesadas.
Mirar la tarea en bloque, como habrás comprobado, aumenta la resistencia. Así que, para que el comienzo sea más fácil, nos conviene enfocarnos en el primer paso.
El primer paso para fregar los platos es levantarte del sillón. O de la cama, si vas a hacer ejercicio. O encender el ordenador, si vas a realizar la tarea con él.
Es efectivo, porque una sola acción intimida menos que un conjunto. Porque no ves tanta cantidad de trabajo. Porque no estás anticipando obstáculos o dudas; la primera acción está clara.
Y, una vez que tengas el motor en marcha y des ese primer paso, le habrás dado esquinazo a la procrastinación. El resto será más llevadero.
¡Vamos con el resto!
¿Algunos tips para poner el motor en marcha… y que siga en marcha?
Estas tres ideas pueden servirte, espero, para que puedas vencer la procrastinación más fácilmente en sucesivas ocasiones.
1. Identifica cuál es el primer paso donde concentrar tu atención. A lo mejor, en tu caso es anudarte las zapatillas lo que da inicio a la actividad.
2. Establece un tiempo de trabajo. Fija la hora de acabar. Si decides que la tarea va a durar hasta las doce, que sea hasta las doce. Y, si decides que vas a descansar a los 20 minutos, respeta los descansos.
Puede parecer buena idea, ya que estás fregando los platos, ponerte después con una limpieza a fondo de la cocina. Ya que estás corriendo, hacer más de la media hora prevista. O, ya que estás estudiando, echar toda la tarde.
De vez en cuando, o si así has decidido que sea, está bien. Pero ten en cuenta que la próxima vez que te encuentres con la tarea, si es pesada, más resistencia vas a experimentar.
Tu cerebro intuirá que quieres engañarlo; que una vez que empiece, no acabará hasta las tantas. Y se rebelará buscando cualquier cosa que hacer antes que la tarea monstruosa.
3. Elimina distracciones. Si es necesario, intenta sacar de tu mente todo lo que no esté relacionado con la tarea. Y del entorno físico, también.
Apaga notificaciones. Avisa a quienes puedan interrumpirte para que te den ese espacio de calma. Desactiva un rato la conexión a internet… En tu caso, elimina o reduce todas las distracciones que puedas.
¿Estás listo? ¿Cuál es el primer paso del próximo hueso duro de roer de tu lista? ¡A por él!