La mayoría solemos respetar ciertas fechas límite.
- Unas veces, por el beneficio que resulta de ello. (Entregas el trabajo a tiempo y te dan puntos “extra” o una promoción.)
- Y otras veces, por el perjuicio que supone saltarse la fecha. (Si no pagas los impuestos a tiempo, te penalizan con un recargo.)
Aunque la tarea o la cita no te entusiasmen, la fecha límite te motiva para cumplir con ellas. Y, si vas corto de tiempo, avanzas a toda mecha, ya que tus energías se concentran en el mismo punto.
Además, supongo que compartimos otra peculiaridad: Nos tomamos más en serio las fechas límite que nos trazan otros, que las que fijamos nosotros mismos. Con ésas podemos ser muy flexibles.
Demasiado flexibles, cuando la desgana o la frustración nos empujan a fabricar cualquier excusa para salirnos del plazo. ¿Te pasa a ti?
Cuando la tarea no es muy estimulante y hay tiempo de sobra para acabarla, es más probable que aparezcan las distracciones y las excusas. Parkinson ya lo advirtió: el trabajo se expande hasta ocupar todo el tiempo disponible para su realización.
Así, un trabajo que podrías haberte quitado de en medio en un par de horas, se te queda colgando por varios días. Y, curiosamente, justo antes de la hora límite es cuando más te cunde.
La solución estaría en poner tú mismo un plazo para acabar la tarea y respetarlo. Pero, claro, habría que hacer un poquito de bricolaje emocional para tomárselo en serio, cuando no tienes la costumbre de hacerlo.
Ideas para motivarte a cumplir con el plazo
Al igual que ocurre con las fechas límite que nos imponen otros, el asunto es decidir el beneficio o el perjuicio que supondría cumplir con la tarea en el plazo previsto.
¿Qué te motiva más: evitar una consecuencia negativa o disfrutar de una consecuencia positiva? Puedes jugar con ambas. Tu creatividad manda.
Pongamos que te das de plazo hasta el sábado para terminar un trabajo. Puedes motivarte en positivo, anticipando la paz mental y la satisfacción que sentirás. Y, además, establecer una recompensa: El domingo me regalo un maratón cinéfilo.
O puedes motivarte en negativo, pensando en el bajón de llegar al domingo sin haber terminado la tarea. Y, además, estableciendo un castigo: El domingo termino la tarea… y nada de pelis.
Por supuesto, el chiste está en que cumplas con las recompensas o sanciones que fijes en caso de cumplir (o no) con la fecha límite.
En mi caso, siempre opto por “fabricarme” consecuencias positivas, que se añaden a la mejor de todas: el ahorro de tiempo, gracias a la concentración y a la motivación por terminar pronto. 😀