¿Cómo imaginas tu futuro? ¿Hay algún objetivo o proyecto personal que estás aplazando porque crees que las circunstancias serán más favorables dentro de un tiempo?
Ahora estás muy ocupado con todas tus responsabilidades. Tienes mucho lío. No hay sitio para más cosas en el día.
Dejas para más adelante lo de cocinar a diario, convivir más con los amigos o con tu pareja, ponerte en forma, etc. Piensas, quizás, que en el futuro tendrás más espacio, más energía, más recursos para ocuparte de eso.
Es posible que el mes o el año que viene estés más desahogado, si la etapa que vives ahora es especialmente turbulenta. Pero eso es excepcional.
La mayor parte de las veces, el futuro presenta sus propios retos. Y, aunque enfrentes problemas distintos, no te ves libre de ellos.
Según los estudios, los humanos no somos muy buenos prediciendo el futuro. Nos basamos en lo que vivimos ahora y en nuestras intenciones.
Atinamos pocas veces adivinando cómo nos comportaremos entonces, cómo nos sentiremos, qué preferencias tendremos o qué circunstancias nos rodearán.
Cuando pasamos por una mala racha y nos sentimos fatal, es fácil dejarse llevar por eso y predecir que se va a perpetuar lo que vivimos. Que, hagamos lo que hagamos, seguiremos hastiados y deprimidos. Excusa que puede servirnos para no aprovechar oportunidades, para no intentar nada nuevo. Total, ¿para qué?
La otra cara de la moneda es el optimismo exagerado, que es lo mismo de perjudicial: Ahora tenemos problemas, pero éstos desaparecerán y amanecerá un futuro sin piedras en el camino.
Es muy probable que nos equivoquemos, tanto si nos pasamos de pesimistas, como si lo hacemos de optimistas.
Mañana será diferente
Diferente, sí. ¿Ideal? Quién sabe.
Yo estoy dejando para “mañana” mi objetivo de aprender a cocinar en condiciones. Me digo a mí misma que avanzar ahora mismo en ese objetivo es muy difícil. Pero, ¿a quién quiero engañar pensando que mañana será necesariamente más fácil?
¿Seguro que tendré más tiempo y más energía? La fuerza de voluntad o la motivación que ahora me faltan, ¿me acompañarán entonces? ¿Tendré menos problemas en el trabajo, menos problemas de salud, menos problemas familiares?
Por mucho que a mí me guste la idea, no puedo pensar que se dará el escenario ideal para que, de una vez, me ocupe de ese objetivo. No tengo base para darlo por sentado.
Mi “yo de mañana” estará enfrentando lo que le toque. Quizás, problemas de ahora estarán resueltos entonces. No tendré exactamente los mismos inconvenientes. Pero obstáculos sí habrá. Diferentes, pero los habrá.
El inconveniente de pensar en el mañana ideal
Un gran inconveniente de pensar que mañana será más fácil hacer lo que queremos es que, con esa excusa, tomamos malas decisiones en el presente.
- Hoy no estoy para ponerme a practicar. Empezaré el mes que viene, que tendré menos trabajo.
- Me voy a fundir estos ahorrillos. Gracias a mi nuevo trabajo, los repondré pronto y ahorraré más.
- ¡Un día es un día! Me harto de comer y el lunes empiezo con la moderación.
Asumimos que en el futuro habrá menos complicaciones y que nos vamos a comportar divinamente (más juiciosos y moderados). Y también asumimos que nos vamos a hacer cargo de las malas decisiones que hemos tomado hoy.
Nuestro “yo de mañana”, además de resolver lo que le caiga por esas fechas, tendrá que ocuparse de arreglar nuestros errores del presente. (Pobrecito “yo”.)
Pónselo más fácil a tu “yo de mañana”
¿Cómo nos lo ponemos más fácil?
Descartando que las condiciones de mañana van a ser necesariamente ideales o catastróficas. No sabemos cómo serán.
En todo caso, es preferible ser un poquitín pesimista. Porque así nos mentalizamos o nos preparamos para afrontar los obstáculos que han de venir.
Y otra cosa que podemos hacer es rebajar las exigencias.
Mi “yo de ahora” no tiene tiempo para practicar entre los fogones cada día. Pero quizás sí saque un ratito de vez en cuando. Bienvenido sea. Sumando unos cuantos ratitos así, mi “yo de mañana” no estará tan perdido cuando entre en la cocina.
¿Qué puedes hacer tú hoy para ponérselo más fácil a tu “yo de mañana”? ¿Puedes dar un pequeño paso en lo que tienes pendiente? Si puedes, dalo, para aligerarle la carga, en lugar de sobrecargarlo con más problemas.
Ese “yo” tendrá sus propias responsabilidades y, además, será un poquito más mayor. Cuídalo. 🙂