De los beneficios que reporta el ejercicio físico, hoy nos quedaremos con cinco que, seguramente, no son los que más peso tienen entre quienes deciden practicarlo, pero ahí están.
Cuando haces ejercicio físico con regularidad, notas que tu salud y tu forma física mejoran. Salta a la vista el resultado. Aunque quizás no veas otros aspectos de tu persona que también se están beneficiando.
Al hacer tu tabla de abdominales mañaneros o tu caminata de la tarde, el cuerpo NO es lo único que cultivas.
Beneficios del ejercicio físico que no se notan a simple vista
Vamos con el primero de esos beneficios ocultos, al que nos hemos referido otras veces:
1. Más relax
Liberas endorfinas, que son sustancias conocidas fundamentalmente por su efecto analgésico, por ayudarte a aliviar el estrés y por reforzar el sistema inmunitario.
Al producir endorfinas se incrementa tu sensación de bienestar. Estás de mejor humor, más contento. Lo mismo que si te comes un buen postre, pero sin tener que preocuparte por las calorías extra.
Y, si te sientes deprimido, angustiado o preocupado por algo, experimentas un alivio instantáneo en tus tensiones.
Cuando te mueves, se alivian al instante estrés y toda la retahíla de emociones negativas que imagines. Te sientes más calmado, más despejado y de mejor humor.
2. Más autodisciplina
Te levantas temprano y haces unos minutos de ejercicio. Quizás te cueste, pero terminas convirtiéndolo en parte de tu saludable rutina matinal.
(Un, dos, un dos…) Llueva o haga sol, encuentras la manera de ser constante.
Con esto, no sólo entrenas tu cuerpo. También fortaleces la autoestima y entrenas esa cualidad que va a ser tan útil en otros aspectos de tu vida: la autodisciplina.
Esa actitud puedes trasladarla a otras experiencias, a otros proyectos que exijan determinación y constancia. Porque tú ya sabes en qué consiste, cuando a diario te mueves con el propósito de sentirte mejor física y mentalmente.
3. Más capacidad para apreciar el progreso
¿Cómo sabes que el ejercicio físico está dando resultado? Tendrás que medir el progreso, ¿no?
Tú eres el testigo de que has corrido un kilómetro más que la semana pasada. O de que tus músculos del brazo están más definidos, por decir algo.
Cambios positivos, los habrá. Y tú vas a contemplarlos, día a día, alegrándote por ellos.
Pues, esta costumbre de observar los avances también es probable que la traslades a otras áreas.
4. Más productividad
Los más reacios a hacer ejercicio piensan que es una forma de procrastinar. ¿Para qué hacer una rutina de aeróbic pudiendo dedicar ese tiempo a algo más productivo?
A simple vista, tienen razón. Pero, pensemos…
El ejercicio físico te ayuda a concentrarte. Luego, después de la sesión de aeróbic, tú vas a estar más fresco para trabajar, que si te pasas el día incrustado a la silla.
Y, muy probablemente, al haber trabajado con el cuerpo durante el día, te cueste menos conciliar el sueño por la noche y el descanso sea más reparador. Con lo que, al día siguiente, también vas a estar más fresco y enérgico.
Total, que esa energía (que no tienen los perennes sedentarios) hará que rindas más y mejor. Tiene sentido, ¿verdad?
5. Más creatividad
Si haces ejercicio con regularidad, encuentras la manera de no aburrirte. Quizás, experimentas con nuevas rutinas, músicas, recorridos, ritmos, artefactos… Qué se yo.
Estás dispuesto a probar cosas nuevas y a añadir variedad. Pasa como con la alimentación: Comer sano es comer variado.
Pues, así como con la comida, con el ejercicio físico puedes volverte más curioso, más creativo, dispuesto a romper con lo monótono y previsible. Y esa actitud es otra más de las que “calan” en distintos aspectos vitales.
Con esto hay, para no hacer el cuento muy largo. Supongo que estas escogidas ventajas te animarán más a hacer de ejercicio físico un hábito o a mantenerlo. A mí, sí.
Qué te parece si elegimos la actividad que mejor se ajuste a nuestras respectivas personas y circunstancias, y disfrutamos de sus beneficios. Son muchísimos más de los que saltan a simple vista.