Recomendaciones para mejorar la concentración

Ante todo, vamos a considerar que la concentración es la capacidad de mantener la atención en una tarea, dejando a un lado todo aquello que no tenga que ver con la misma.

La facilidad para concentrarse varía de una persona a otra e incluso, tratándose de una misma persona, varía según la actividad y otros factores.

En la mayoría de los casos, se trata de una capacidad que se adquiere y mejora con la práctica, y que es útil desarrollar no sólo para aprender más y mejor, sino para sacarle el mejor provecho a nuestro día.

[Relacionado, por si quieres practicar: 11 ejercicios para entrenar la concentración.]

concentración
¿Qué ocurre cuando falla la concentración?

La tarea se nos hace más pesada; perdemos el hilo con facilidad; quizás cometemos errores tontos que nos hacen volver más tarde sobre lo mismo, etc.

La concentración, casi siempre, mejora con la práctica de sencillos hábitos y, a medida que los adquirimos, cada vez cuesta menos generarla.

De eso hablamos hoy. Veamos algunas recomendaciones al respecto.

1. Encontrar un motivo

Una de las estrategias más efectivas para mantener la concentración es tener claro el motivo por el que se hace lo que se hace.

¿Para qué hago esto?

Y, cuando se trata de una tarea aburrida, también vale querer terminar pronto para irse al cine, por ejemplo.

Ahora, ¡manos a la obra!

2. Ponerse a trabajar en un entorno propicio

Esto quiere decir: libre de distracciones.

Goodbye, Twitter. Goodbye, Facebook. Y goodbye a todo aquello que nos pueda interrumpir.

Eliminaremos o minimizaremos todos aquellos «ruidos» que estén en nuestra mano y nos pondremos a la tarea en un entorno tranquilo, que nos ayude a centrarnos.

Habrá veces que una escavadora o la música de los vecinos hagan de esto una misión complicada, pero son cosas que escapan a nuestro control.

3. Atender nuestras necesidades básicas

Esto puede parecer una tontería, pero hay que mencionarlo.

Intentar concentrarse cuando se está mal alimentado o falto de sueño es muy difícil.

Respecto a la alimentación, tampoco funciona ponerse a trabajar justo después de una comida copiosa. Una mejor idea es darse un paseíto antes.

Respecto a la somnolencia, tampoco ayuda abusar de bebidas como el café, que puede producir el efecto contrario al que necesitamos.

Y no nos olvidemos de la actividad física. El ejercicio relaja, nos da energía, hace que durmamos mejor, etc. Todo eso también influye en la concentración.

4. Organizarse

Esto incluye tener a mano todo lo que se necesita, conocer el horario en el que somos más productivos y, desde luego, dividir bien la tarea antes de empezar con ella.

Un poco de planificación, antes de empezar, ahorra tiempo y facilita la concentración, al enfocarse en un paso cada vez.

5. Descansar

Los descansos también entran en la fase de planificación, pero son tan importantes que los mencionamos por separado.

Una buena distribución de los descansos hace más fácil la concentración y mejora la productividad.

Hay que tener en cuenta que es más fácil concentrarse durante un lapso de 50 minutos, por ejemplo, si sabemos que luego vamos a tener un respiro.

Por lo tanto, así sean descansos breves, de fin de semana o vacaciones, ¡los descansos son muy necesarios!

6. Establecer un tiempo límite

Ya hablemos de tareas o subtareas, es de bastante ayuda fijarse un tiempo para finalizarlas y procurar ceñirse a él.

De lo contrario, nos pasará eso que decía Parkinson: El trabajo se expandirá hasta ocupar todo el tiempo que pueda. No queremos eso, ¿verdad?

7. Ir despacio

Parece un contrasentido que vayamos despacio cuando hemos fijado un tiempo para terminar, pero no es así.

¿Conoces el dicho: «Vísteme despacio que tengo prisa«? Pues es hora de aplicarlo.

Las prisas pueden llevarnos a cometer errores que luego tengamos que rectificar; pueden hacer que nos saltemos algo importante o que demos por aprendido algo que no hemos asimilado bien.

Así es que la consigna que mejor funciona es: paso a paso.

8. Tener paciencia

Como hemos dicho, hay veces en las que el entorno no juega a nuestro favor o, quizás, surja algún imprevisto por bien que hayamos organizado el trabajo. Otras veces puede que no haya manera humana de concentrarse.

¿Qué nos queda?

La paciencia. No somos máquinas ni tenemos súper-poderes para controlar todo lo que ocurre a nuestro alrededor, haciendo que funcione como nos gustaría.

Variar de actividad, mantener la calma y volverlo a intentar son mejores opciones que arrumbarlo todo y empezar a quejarse.
.

Para concluir, animo a todos (y también a mí misma) a mejorar nuestra capacidad de concentración.

No sólo es posible, sino deseable. E incidirá positivamente en  nuestro aprovechamiento tanto del trabajo como del ocio.

Imagen de Ed Yourdon


Categoría: