¿La opinión que otros tienen sobre ti es acertada? ¿Crees que tienen razón los que dicen que no puedes, que no sabes o que no tienes madera?
¿Te afecta que alguien de tu entorno te mire con incredulidad diciendo: Que vas a hacer qué?
Es raro que no hayas encontrado en el camino a gente de poca fe (en ti). Hazte a la idea. No todo el mundo te cree capaz de lo que eres en realidad.
Ante este panorama, tienes dos opciones: Evitar prestarles atención (la opción recomendada) o probarles que están en un error.
Lo primero es más recomendable porque, si te propones ir dando pruebas a todos los descreídos, vas a cansarte y no acabarás en la vida. Además, afortunadamente no siempre tienes la necesidad y menos la obligación de hacerlo.
Otra buena razón: Busca en tu memoria y encontrarás un buen puñado de ocasiones en las que los juicios de la gente fallaron… y siguen fallando.
¿Viste a ese niño del que decían que iba a llegar muy lejos? Sacaba muy buenas notas en la escuela y se portaba impecablemente. Pero resulta que el muchacho hizo un cambio de sentido. Echó todo ese potencial a la basura y no tuvo ese futuro espectacular que preveían en su entorno.
¿Y qué me dices de esa chica pobretona a la que consideraban corta de luces? Nadie creía en ella. Y, a pesar de eso, acabó haciendo algo extraordinario.
Para bien o para mal, contigo se pueden equivocar lo mismo. Porque ninguna otra persona que no seas tú sabe hasta dónde llega tu determinación por conseguir lo que quieres.
No saben de tu esfuerzo, de tu dolor cuando caes, de la fuerza que necesitas para levantarte o, únicamente, para seguir adelante. Están ciegos ante tu paciencia y ante tu perseverancia. Y, aun así, se atreven a intentar robarte tus sueños.
¿Todavía piensas que merece la pena darles algún crédito o probar que se equivocan?
No hagas caso. Quien no cree que tú puedas lograr algo especial, muy probablemente piensa así porque él/ella tampoco se ve capaz de lograrlo.
¿Acaso tú has visto alguna persona con éxito (en lo que sea) que se dedique a decirle a los demás que no pueden, que no saben o que no valen? Es muy raro que ocurra.
Al contrario, esa persona, que ha pasado por lo mismo, es más propensa a animar y a apoyar a quienes se atreven a luchar.
Y, si hablas con él/ella, seguramente te va a decir que, al igual que tú, se encontró con muchos individuos de mente estrecha que no creyeron en sus posibilidades.
Sí, a tu alrededor hay personas que opinan que no eres capaz. ¿Y qué? Son sólo opiniones basadas en su improductivo pesimismo.
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Comentarios
2 respuestas a «Piensan que no eres capaz. ¿Y qué?»
Vamos a darle la vuelta, Casandra.
¿Qué me dices de la presión que ejercen sobre ti todos aquellos que te creen superman o superwoman, lo mismo da.
Aquellos que te vieron conseguir muchas cosas, sin saber cuánto te costó, que te saben fuerte, sin saber cuánto duele esa fortaleza imprescindible para que tú sigas adelante, aquellos que, cuando les dices sinceramente que no puedes, te sonríen irónicamente y te recriminan tu «debilidad, justo ahora».
Por un lado necesitamos a alguien que nos ponga los pies en el suelo cuando, ingenuamente, no controlamos nuestro vuelo. Esos a los que si se pasan de la raya, hay que demostrarles que sí se podía.
Por otro lado, necesitamos a alguien que crea en nosotros, sin excesos, como seres humanos sin ese manto de excelencia que se puso tan de moda hace unos años.
Yo soy una persona muy disciplinada, he tenido mis más y mis menos con el perfeccionismo (¡¡¡socorro, cómo maltrata sutilmente!!!!), trabajo duro, me entrego, pruebo, ensayo, cambio, hasta que me quedo contenta con el resultado. Me educaron en el lema de «lo que hay que hacer, se hace y se hace lo mejor que se pueda». Y lo que tengo que hacer lo hago, pero, ni siempre puedo, ni siempre sé ni siempre quiero.
Y te aseguro que la presión del «tú puedes» hace tanto daño como el «tú no serás capaz».
Y, lo cierto es que creo que la gente que a veces pretende apoyarte, ayudarte o aconsejarte, sin mala intención, desconfianza o maldad, no se da cuenta que la fuerza interior de cada cual es invisible desde fuera.
Leer lo que escribes no sólo nos aporta luz sobre un montón de asuntos, sino también nos hace reflexionar, dar la vuelta a la moneda, v, sobre todo, nos invita a compartir pensamientos, vivencias, etc.
Gracias, porque siempre es un gusto pasar por aquí y saber que algo nuevo nos espera.
Un abrazo.
Hola, Malú. 🙂
Qué razón tienes… Lo contrario también es fastidioso y el asunto parece tener la misma raíz: La gente nos encasilla; tiene ciertas expectativas sobre nosotros y, después, cuesta romperlas.
En el caso que comentas (cuando se han acostumbrado a que sales airosa de todo) es distinta la actitud del que se para a escuchar, te da su apoyo y te anima, que la del que, únicamente, se desentiende dando por hecho que puedes con lo que te echen.
Sí, da rabia que se acostumbren a que lo lleves todo pa’lante y, por eso mismo, piensan que te supone menos esfuerzo. El esfuerzo no se ve. Lo que miran es el resultado y extraen esas conclusiones apresuradas.
Yo también he pasado por esa presión. Porque una, con tal mantener la imagen, continúa a piñón fijo, hasta que llega el día en el que se te agotan las fuerzas y, simplemente, no llegas. Entonces es cuando ves en sus ojos esa expresión de decepción, de lástima… o incluso de celebración. Sí, también de lo último. Son menos casos, pero también está esa gente conocida que se alegra de verte abajo.
Duele bastante, sí. Aunque, personalmente, me desgasta más la gente que se acostumbra a verme en el suelo y luego no quiere que me mueva de ahí.
Pero, bueno, no es plan de comparar. Las dos cosas hacen daño. Y, quizás, la solución sea la misma: Desligarnos de las expectativas ajenas. De unas, porque nos agobian; de otras, porque nos paralizan…
Ufff… A mí me está costando muchísimo esto. Últimamente estoy más firme en la cuestión y, cuando me encuentro con alguien, pienso para mí misma: «Si sólo me vas a dar tu opinión y no tu apoyo, poco caso voy a hacerte.»
Después de muchos años acostumbrada al «claro que puedes…» y al «qué vas a poder…», es difícil desmarcarse o impermeabilizarse. Pero sientes paz cuando vas ganando distancia. Así lo estoy viviendo yo, al menos.
Muchísimas gracias por este ratito de reflexión, chiquilla. Ha sido un placer. 🙂
Ten un buen finde. 😉 Besos!!