Sería más fácil vivir si nos deshiciéramos de ciertas presiones que nos llegan del exterior.
Presiones directas o indirectas, que unas veces nos paralizan y otras nos empujan en una dirección contraria a la que íntimamente deseamos.
- La presión de realizar un trabajo impecable para agradar a otros.
- La presión de mantener una reputación que no dé qué hablar a los vecinos.
- La presión de vestir a la moda o la de proyectar una imagen de éxito.
- La presión de ser siempre jóvenes y guapos…
Hemos asimilado tan bien ciertas presiones que las tomamos como reglas invariables del juego, cuando no tendrían por qué serlo.
No, desde luego que no tendría por qué ser así. ¿Por qué dedicamos tanto esfuerzo en satisfacer las expectativas que otros tienen sobre nosotros?
¿En serio que tenemos que adaptarnos perfectamente al molde que nos han preparado?
Tal y como está diseñada la sociedad, hemos de trabajar en conjunto. Dependemos los unos de los otros. Luego es normal e incluso aceptable que nos apeguemos a las reglas básicas del juego.
Respetar unas normas de convivencia así como los derechos de los demás es lógico y positivo, ¿no crees?
Nuestra integración en el grupo puede ser incluso más beneficiosa, porque nos podemos apoyar unos a otros haciendo que nuestra estancia en el mundo sea más fácil.
Sin embargo, hay imposiciones sociales que rebasan el límite de la sana convivencia.
Las conocemos desde que comenzamos a relacionarnos con otras personas. Son las expectativas de los demás, lo que esperan de nosotros. Valioso tiempo de nuestras vidas se destina únicamente a satisfacerlas.
Podemos prescindir de algunas, ¿no crees?
Empezando por las del “qué dirán“:
- ¿Qué dirán si fracaso?
- ¿Qué dirán si me ven así?
- ¿Qué dirán si me caso o si no me caso?
- ¿Qué dirán si se enteran de que comparto casa con cuatro jubilados chinos?
En el peor de los casos, puede que se burlen o que sirvamos de entretenimiento para alguna tertulia. A quemarnos en la hoguera no creo que lleguen en estos tiempos (en la mayoría de los países, por suerte).
Nuestra principal ocupación en la vida no es encajar como un guante, sino tratar de ser lo más felices que podamos cada día en nuestra vida imperfecta.
En mi opinión, ya es más que suficiente con eso, por lo que prescindir de ciertas presiones nos hará el camino más fácil.
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