En la vida de cada uno de nosotros hay sufrimientos y alegrías.
Todos nos quedaríamos con el lote bueno, pero no queda más remedio que afrontar de tanto en tanto aquello que nos duele o no nos gusta.
Cuando llega el dolor, hay quien lo esconde, quien lo disfraza, quien lo evita o quien huye de él a paso ligero.
Pero eso sólo prorroga el malestar. Las heridas hay que curarlas, por mucho que escueza.
Acepta el dolor
Si te haces un corte profundo en una mano, no es conveniente que actúes como si no hubiera pasado nada o que intentes ocultarlo. El corte está ahí.
Lo mismo pasa con los sentimientos dolorosos. Por ejemplo, cuando te rechazan en algún sitio o cuando te sientes menospreciado.
Has de prestar atención al dolor, darle la cara al problema y tomarte un tiempo para asumirlo.
Limpia la herida
Si te cortas en una mano, limpias la herida para que no se infecte.
Con los sentimientos es igual. Una vez que has aceptado que te han rechazado (volviendo al ejemplo), lo suyo es desinfectar la herida.
Las heridas se limpian dejando el hecho desnudo. ¿Y cuál es el hecho? Que no te han aceptado, en ese caso.
No tienen nada que ver con el hecho las deducciones tipo: «No sirvo para nada.» «Soy un inútil.» «La vida es un asco.» Etc.
Es como si teniendo un corte en la mano, se te ocurre meterla en un charco de barro.
Bastante tienes con el dolor del corte, del hecho en sí, como para echarle porquería encima. Se entiende, ¿verdad?
Busca soluciones
En el caso de la mano accidentada, bien podría ser un vendaje temporal.
¿Cuál es la solución para sanar una herida en los sentimientos?
Eso es en lo que en esta tercera fase ha de concentrar tu atención.
Si te centras en el hecho desnudo, es más fácil encontrar soluciones, que si no lo hubieses limpiado de todas esas sensaciones y conclusiones inservibles, que sólo hubieran aumentado el dolor inútilmente y retrasado la cura.
Nuevos objetivos, otras estrategias, la corrección de errores, etc. Todo eso son opciones a considerar con la herida limpia.
Esto, tan simple, a mí me ha ayudado bastante. Sobre todo, la decisión de no hacer una herida, un problema o un error más grande de lo que es.
Si quieres añadir algo más basado en tu experiencia, adelante. 😉
Imagen de Ranoush
Comentarios
2 respuestas a «Curar los sentimientos heridos»
Tengo mucho que aprender de este artículo. Me ha parecido sumamente interesante y de fácil comprensión. A simple vista, parece un método sencillo y muy efectivo que voy a tener en cuenta a partir de ahora. Yo tiendo a darle a las situaciones negativas una importancia que habitualmente no tienen (vamos, lo que dices de echar porquería encima) y creo que dejar el hecho al desnudo para afrontarlo, es una muy buena solución para tener presente en esos momentos.
Mil gracias por estos artículos. Definitivamente, esta página se queda conmigo, no sabes lo bien que me está viniendo 🙂
Un besazo, Casandra (por cierto, una buena amiga también se llama así)
Muchas gracias por tu opinión, B.C.
Son cositas muy elementales, digamos, de «educación afectiva». Ya que es más fácil que vayamos aprendiendo remedios y primeros auxilios cuando sufrimos golpes, quemaduras, arañazos y otros percances en el cuerpo. Pero, ¿qué tal aprender también algo de eso para cuando nos lastimamos «por dentro»?
Ah… Y mi nombre de calle no es Casandra. Lo elegí sólo para Internet. Quería darme el gusto de tener un nombre bonito. 😀
Besotes y gracias de nuevo. 😉