Apuesto a que no has llegado desde Google buscando «cómo tener un mal día«. Lo más probable es que nadie lo haga, porque… ¿a quién le interesa tener un mal día?
Ya, ya. No interesa. Pero, entonces, ¿cómo es que muchos de nosotros nos preparamos estupendamente para que el día vaya fatal? ¿Será que no buscamos eso porque sabemos muy bien cómo hacerlo?
Ufff… Yo soy toda una experta. Ya menos, por suerte. Aunque me ha quedado conocimiento de sobra para hacer que un día sea realmente asqueroso. Mira, si no:
1. Tarda en levantarte.
Apaga el despertador varias veces cuando suene, mientras pronuncias gráciles expresiones como: ¡Qué asco de vida!
Duerme 5 minutos más… y otros 5, y 5 más, hasta que se te eche el tiempo encima.
2. Corre, que llegas tarde.
(En esta fase puedes hacer cualquier cosa. Todo da asco.)
3. Enciende la tele.
El desayuno es importante. Mastica la tostada a toda velocidad mientras tragas el café. Eso, mientras tu mente recibe el mejor alimento a esa hora: El repaso de la actualidad informativa.
Cómo está el país… Qué zozobra tan ideal cuando te acabas de levantar…
4. Repasa lo que tienes que hacer.
Recuerda qué se quedó pendiente ayer, la bronca que te echaron, la marabunta que te espera para hoy…
5. Retócate.
Mírate al espejo antes de salir: ¿Más arrugas? ¿Más canas? ¡M1erda!
Un día que empieza así, se puede remontar. Pero, como te hayas esmerado mucho con la dosis de negatividad, pasa como cuando se instala una potente borrasca y tarda lo suyo en marcharse. Pues, sí. Lo más probable es que tengas un día borrascoso.
Es que, como te dejes llevar por el cansancio, la confusión y las prisas que sientes en cuanto te bajas de la cama, la nube se hace más y más grande. Ése sería el tip que resume la cuestión.
Prepararse para un buen día cuesta más (para qué decir lo contrario), hasta que te acostumbras. Luego, sale fácil.
Depende de ti y de que quieras cambiar los puntos anteriores por algo como:
- Levantarte unos minutos antes.
- Hacer un poquitín de ejercicio. (Un paseo al aire libre es mano de santo.)
- Escuchar o leer algo que te inspire ideas positivas.
- Tener un gesto cariñoso con quien vive contigo (aunque sea pequeñito).
- Sonreírte cuando te mires al espejo, agradeciéndole a tu cuerpo que siga funcionando (con sus achaques y todo).
Después, cuando el cuerpo y la mente están más entonados, lees las noticias, repasas pendientes y demás.
Hábitos matutinos como ésos cambian bastante el panorama; suben los ánimos y ayudan a que el día vaya mucho mejor.
Si no me crees, compruébalo.
Imagen de Brujo+