Hay personas que adoran su trabajo y, poco a poco, van dando más protagonismo a esta área de su vida que tantas satisfacciones les reporta.
Antes de terminar un proyecto, tienen otro en mente. Disfrutan tanto lo que hacen, que no reparan en que cada vez les dedican menos tiempo a su familia, a sus amigos, a sus hobbies, etc.
Aunque esto no les ocurre sólo a las personas que son muy felices con la ocupación que desarrollan, en mi opinión.
Quizás no haga falta tanto entusiasmo para volcarse de lleno en el trabajo. Imagínate, por ejemplo, a una persona que se siente frustrada en otras áreas de su vida.
En ese caso, su trabajo le brinda un espacio para libre de las complicaciones de su vida privada. Y eso podría ser suficiente para que el trabajo fuera tomando un papel cada vez más importante en su vida.
Las horas que se dedican al trabajo van en aumento. Las que se dedican a otras cuestiones, disminuyendo. Así puede continuar, hasta el extremo de que una persona viva prácticamente para trabajar.
Eso, incluso cuando el trabajo es la mayor fuente de placer y realización, no es muy sano. Para vivir bien, qué duda cabe, ha de dedicarse también un tiempo a las relaciones, a cuidar de uno mismo y a otras actividades.
En Psychology Today nos recomiendan trazar fronteras entre el trabajo y la vida “personal” por tres razones:
(1) Para una mayor productividad. Los enamorados de su trabajo (y los no enamorados) rendirán más cuando dediquen cuatro ratitos a otros menesteres (un hobby, una excursión, una tarde de tertulia…).
A veces, necesitamos bajar un poquito el ritmo. Cosa que hace que después volvamos más frescos al trabajo. Total, hasta las máquinas necesitan desconectarse de tanto en tanto.
(2) Para conectar con otros. El trabajo no debería anteponerse siempre a las relaciones. Los momentos que podemos compartir con las personas que queremos, una vez pasan, no vuelven.
(3) Para reflexionar. Una parada en el trabajo puede ser una buena ocasión para reflexionar sobre cómo van las otras áreas; cómo nos desenvolvemos en ellas; hacia dónde va nuestra vida; cómo queremos que sea.
De entrada, felicidades si adoras tu trabajo. Pero haz sitio también a otras experiencias. Quién sabe… Así, hasta podrías disfrutar más todavía de tu trabajo.
Imagen de Bunnyrel