¿Qué es “eso” que quieres hacer y que, a la hora de la verdad, te cuesta tanto? ¿Estudiar, correr, leer, meditar…?
Veamos un tip rápido y efectivo. Tal vez, te pongas a hacer “eso” ahora mismo.
Introducir un nuevo hábito en tu quehacer cotidiano puede ser duro, incluso cuando estés absolutamente convencido de sus bondades.
Una vez que lo tienes encajado en tu día a día, cumples sin problema (como pasa con el hábito de cepillarse los dientes). Pero, hasta entonces, has de salir continuamente de tu zona de confort, con lo que cuesta…
Vamos con el tip. ¿Qué hay efectivo para vencer la resistencia mental? Hacerlo simple y ridículamente fácil.
Veámoslo con el ejercicio físico, aunque sería lo mismo con otra actividad:
Llega la hora que fijaste para hacer tus ejercicios y no tienes ni pizca de ganas. Aquí comienza la negociación con tu cerebro.
- (Tú) – Voy a agitar el cuerpo media hora.
- (Tu cerebro) – ¿Qué dices? Ni en broma. Con todo lo que lo has agitado hoy es bastante.
- (Tú) – Vale. Entonces, veinte minutos.
- (Tu cerebro) – Que no. Que eso es muy cansado.
- (Tú) Diez. Sólo diez minutos y después nos sentamos a ver una peli.
- (Tu cerebro) ¿Diez? Está bien, pero ni un minuto más.
¡Enhorabuena! Venciste la resistencia y pudiste hacer tus minutos de ejercicio. Y, por supuesto, no te pasaste de los diez minutos, para que tu cerebro confiara en tu palabra al día siguiente.
De acuerdo. Cinco o diez minutos son muy pocos para avanzar en una actividad. Pero la finalidad, en principio, no es ésa. Tu objetivo es hacer que “eso” forme parte de tu día a día. Una vez que esté afianzado en tu rutina, le vas añadiendo minutejos.
Y, para que te resulte aún más sencillo, coloca ese hábito nuevo justo al lado (antes o después) de uno que ya tengas consolidado. Por ejemplo, el del cepillado de dientes.
Si te apetece leer más sobre la construcción de hábitos, te recomiendo esta entrada: Cómo construir un hábito más rápidamente.