Un día te levantas y piensas: No tengo ganas de hacer ejercicio. Hoy lo dejo… Total, ¿qué más da?
Ya estés cansado, deprimido hasta las trancas, apático o sumido en la pereza, no te apetece nada ponerte a sudar.
¿Quién no ha pasado por un momento así?
Vencer este estado no es tan difícil. No tiene por qué serlo. Presta atención a estos pasos y, sobre todo, al último.
- Elige un horario fijo. El que se ajuste mejor en tu agenda.
- No lo pienses cuando llegue ese momento. ¡Lánzate! Deja de repetirte que no tienes ganas o de darte otras excusas.
- Concéntrate únicamente en el movimiento, sin que haya nada más en tu mente.
- Ayúdate con la música apropiada. Algo rítmico, se entiende.
Y, lo más importante de todo…
Dale importancia a cómo te sientes después de hacer ejercicio
Hay personas que se desmotivan cuando, por ejemplo, hacen ejercicio esperando bajar de peso y ese ansiado cambio corporal no se produce con la rapidez que quisieran.
Quieren ver resultados ¡ya!
Y lo cierto es que, por estar pendientes de esos resultados a medio o largo plazo, no saborean esa sensación de bienestar (físico y psicológico) que se produce después de una sesión de ejercicio.
La propuesta para esos días en los que estés completamente desmotivado para moverte es esta: recuerda lo maravillosamente bien que te sientes después de hacerlo.
¿Los resultados visibles? Confía en que llegarán con el tiempo. Serán el lacito del regalo.
¿Cómo? ¿No basta para arrancar?
Prueba a vencer sobre las excusas que te atan al sillón con estos 4 truquillos extra.
1. Elige actividades que te gusten
¿Por qué aferrarte a lo que siempre haces o a la sesión de ejercicio que tienes en mente? No tienes por qué correr o hacer las mismas rutinas de ejercicio cada vez.
Tienes muchas opciones. Elige las que más te diviertan: bailar, jugar con los niños en el parque, montar en bici, probar distintos vídeos de ejercicio que encuentres, etc.
Y combínalas, en una misma sesión, por días o como a ti te parezca. Cuando lo que vas a hacer es divertido, no tienes que obligarte tanto.
2. Limita el tiempo de la sesión
Empieza por poquito y mantenlo así hasta que te habitúes. Decide si van a ser 5 minutos, 10 o 20. Lo que sea fácil para ti.
Algunos días vas a pasarte de ese límite que has puesto. (Por ejemplo, si te vas al parque con los niños.)
Una sugerencia: Trata de no pasarte todos los días de ese tiempo mínimo. Respeta el límite hasta que hagas el hábito. Después irás subiendo.
Otros días harás los 10 minutos justitos. ¡Bien! Así hicieras solo 5, es preferible a no hacer ningún ejercicio.
Y también puede que te saltes un día (o varios). Procura que no pase. Pero, si pasa, haz la culpa a un lado y vuelve a tus 10 minutos (o los que sean). Hazlo por ti.
3. Haz ejercicio con otra persona
Muchas personas se motivan cuando comparten la actividad física con otras. Lo pasan mejor.
Hay un estudio (de la Universidad Estatal de Kansas) que dice que la gente se motiva más cuando se ejercita con personas en mejor forma física que la suya (mejor, pero no muy superior). Supongo que se inspiran para moverse más a conciencia.
A mí me va más el ejercicio en solitario. Me es más fácil meterme física (y mentalmente) en la actividad. ¿Cuál es tu caso?
4. Ponte la música antes
Si acostumbras a hacer ejercicio con música, póntela antes de empezar. La música te preparará mentalmente para el ejercicio.
Si no acostumbras, podrías probarlo. Es un recurso muy útil.
No esperes a que las ganas de hacer ejercicio aparezcan por arte de magia
Habrá veces en las que no tengas ganas de hacer ejercicio. Es normal. Tampoco tienes ganas de hacer otras tareas que son beneficiosas para ti y las haces igualmente. La falta de ganas no es un impedimento.
- Eres disciplinado con otras cuestiones. Toleras la incomodidad y la tentación del momento en pro de lograr algo más valioso.
- Eres creativo en otros terrenos. Buscas la manera de persuadirte o de ponerte más fácil lo que quieres hacer.
Ya tienes recursos para resolver este problema. Úsalos.
Resumen y conclusiones
- Decide la actividad. Decide cuándo hacerla. Y, a la hora de la verdad, lánzate sin darle más vueltas.
- Tira de creatividad para hacer del ejercicio físico una actividad agradable, a fin de depender menos de la disciplina.
- Aun así, habrá días en los que necesites a tu amiga, la disciplina, para cumplir con la misión.
- No importa. Cuando termine la sesión de ejercicio, te sentirás bien y estarás contento por haber cumplido. Eso hará más fácil que mañana también lo hagas.
- Ya que construyas el hábito, necesitarás cada vez menos de disciplina o de fuerza de voluntad. Compruébalo.
¿Listo para empezar la dinámica? Pues, ¡hala! ¡Levántate! Ignora las ganas. Da un paseo con ritmo o baila tu canción preferida… Y ya la has empezado.
Hazlo por ti.