Imagínate en una playa tranquila, sin nada más que hacer que disfrutar del aroma del mar, escuchar el rumor del agua y contemplar las olas… ¿Esas vacaciones aplacarían tu estrés?
Seguramente. Y no es mala idea que te las tomes, si puedes. Todo lo contrario.
Lo que has de tener en cuenta es que las vacaciones son temporales. Tarde o temprano, volverás a verte la cara con los problemas de siempre.
¿Qué pasará entonces?
¿Con las vacaciones terminará el estrés?
Se supone que has aprovechado las vacaciones y que vuelves con el tanque lleno de energía por un buen tiempo. Pero tu modo de reaccionar ante lo que desencadena tu estrés no ha cambiado.
- Siguen afectándote las críticas negativas de ese compañero enteradillo del trabajo.
- Te enfurruñas en los atascos de tráfico.
- Aceptas compromisos ante los cuales hubieras querido negarte.
- Te presionas con tener la casa impoluta.
- Etc.
La solución para esas situaciones que te estresan (cualesquiera que sean) no son las vacaciones, en estos casos. Porque, después del alivio temporal, vuelves a lo mismo. (Experimentado en primera persona.)
Para que eso no ocurra, la sugerencia es que observes cuáles son las situaciones en las que tu estrés se dispara. Así puedes elegir otro modo de interpretarlas y otro modo de responder ante las mismas.
Ya hemos dicho que el estrés no está en la situación en sí, sino en tu interpretación de la misma. Y tú, por supuesto, puedes elegir interpretarla de un modo distinto.
Una crítica, un atasco, una petición… Eres tú quien los dota de significado.
No es lo mismo, por ejemplo, interpretar una crítica como un ataque personal, que considerarla una simple opinión.
Y, si la consideras una simple opinión, desde luego, te resulta más fácil manejar el “problema” (que, gracias a esa interpretación, ni llega a ser problema).
En esta entrada tienes más ejemplos: De este estrés no beberé.
Conclusión: Si te sientes estresadísimo, tómate unas vacaciones. (¡Sí, sí, sí!) Durante las mismas, quizás quieras reflexionar sobre algunos cambios que hacer en tu vida cotidiana.
Así, a la vuelta, no sólo llegas descansado, sino con ideas para abordar de un modo diferente las situaciones que más te desestabilizan.