Las ventajas de acomodarse en la desgracia

Lo mismo que hay personas que hacen lo posible por superar sus dificultades, hay otras que se acomodan en ellas y no parecen dispuestas a salir.

¿Por qué ocurre esto?

Se acomodan en la desgracia, porque sus preocupaciones y problemas les proporcionan ciertas ventajas que se niegan a perder, sean conscientes de ello o no.

¿Como cuáles?

Ventajas de acomodarse en la desgracia

¿Hay personas que son felices en la desgracia? Tanto como “felices”, no sé. Pero satisfechos con su estado, sí. Todos los días lo vemos.

Alrededor hay personas que no quieren ser “felices”; que se complacen tanto en sus preocupaciones que, cuando no son suficientes, buscan más para seguir sufriendo. ¿Conoces a alguna?

acomodarse en la desgracia

Seguramente, tú también te has encontrado con una persona acomodada en su sufrimiento. Alguien que te habla con pesar de sus problemas y su dolor. Y tú, pensando que al compartirlos desea conocer tu punto de vista o que le hagas una sugerencia, le ofreces soluciones o le das ánimos.

Sin embargo, esa persona no quiere ni ánimos ni, mucho menos, que le sugieras soluciones. Hasta parece que se ofende con tu punto de vista:

No tienes ni idea de cómo me siento.

¿Podría ser eso? ¿Podría ser que que tú eres demasiado superficial e insensible como para comprender su profundo tormento?

Sí, podría ser. Pero también podría ser que esta persona esté utilizando sus dificultades y problemas para sentirse “especial”.

Después de todo, percibimos que hay más virtud en quien carga con su sufrimiento, que en quien vive con el alma más ligera de preocupaciones. A saber por qué.

¿Qué se gana en la desgracia?

Atención y simpatía, indudablemente. Una persona enferma o que atraviesa por una situación difícil recibe más reconocimiento y atención que si, aparentemente, goza de una existencia apacible.

Eso es natural. La mayoría nos conmovemos con el dolor y, si podemos echarle un cable a esta persona, se lo echamos. La felicidad nos urge menos a escuchar que el sufrimiento.

La gente que se queja sin parar lo hace porque gana algo con ello. La gente que se junta con otros “desgraciados” a competir a ver quien tiene el problema más grande, lo hace porque obtiene un beneficio. Si no fuera así, no se quejarían tanto y hablarían con menos entusiasmo de sus problemas.

La persona que abandera su sufrimiento, además, se siente especial, diferente de otros que viven una vida más “ordinaria”. Las preocupaciones y problemas alimentan su ego; el de una persona sufriente que porta una exclusiva y enorme carga.

¿Qué sería de esta persona sin sus problemas? ¿Qué la llenaría? ¿Dónde estaría su mérito? ¿Quién le haría caso?

Si se acostumbra a estos beneficios y le satisfacen, ¿para qué querría abandonar su sufrimiento?

Desde luego, más que certezas, lo anterior es una reflexión.

¿Qué has observado tú al respecto? ¿Te suena descabellado que alguien prefiera instalarse en la desgracia por los beneficios que extrae de ella?


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