Hace poco hablamos de los hábitos de la persona optimista y apuntamos algunos de los que resaltan. Hoy haremos lo contrario: abordar qué pasa por una cabeza pesimista.
Es difícil encontrar personas que sean 100% optimistas en todas las situaciones o momentos de su vida y, afortunadamente, también lo es encontrar pesimistas recalcitrantes, de pura cepa.
Personalmente, trato de separarme todo lo posible de los sagrados mandamientos del pesimismo, que bien podrían sonar así:
- Nunca dirás que eres pesimista. En todo caso, realista u optimista informado.
- Despertarás cada mañana maldiciendo tu anodina existencia.
- Dejarás de pensar en soluciones para los problemas. Que las piense otro… Tú, a quejarte y a compadecerte de tus miserias.
- No correrás riesgos de ningún tipo.
- Verás los defectos de los demás muchísimo antes que sus virtudes. (Y además te encantará hacerlo.)
- Ridiculizarás los logros de los demás, para evitar sentir envidia.
- Tirarás la toalla a primeras de cambio y, si se la puedes estampar a otro en la cara, tanto mejor.
- Le darás una patada a tus principios, a tus ilusiones y a tu motivación, y si puedes harás lo mismo con los de otras personas que salgan a tu paso.
- “No” y “pero” serán las palabras más pronunciadas por ti al finalizar cada día.
- Teñirás tu futuro de color negro azabache.
Estos diez mandamientos pueden resumirse en uno sólo: “Te odiarás a ti mismo públicamente, a veces, y en secreto, siempre“.
Estoy segurísima de que se nos ha quedado atrás alguna joya pesimista, pero me da la impresión de que cumpliendo con el decálogo luciremos un pesimismo de lo más decente y evidente.
Ahora lo que espero es que nadie me diga que hace todo lo de la lista o que incluso se queda corta… ¡No, por favor! ¡Tú, no!
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3 respuestas a «10 Mandamientos de la ley pesimista»