Esta entrada es una invitación a aceptar las dificultades, que a veces son muchas. Y también contiene herramientas para transitar por esos momentos.
A veces se acumulan los problemas o llegan malas rachas que para qué te cuento. Cada día es una cuesta arriba muy empinada.
Y, sumándose a esos problemas de mayor entidad, están los pequeños fastidios cotidianos: el coche que no arranca en el peor momento; el ruido que te despierta a media noche; las llaves… ¿dónde están las llaves?…
Entre grandes y menudas, cada cual afronta un buen número de dificultades mientras está vivo. Eso es inevitable.
La propuesta no es aguantarse, sin más. Es aceptar las dificultades como son y, a partir de ahí, ver si podemos hacer algo al respecto.
Lo de aceptarlas como son tiene su chiste. No es fácil. Muchos de nosotros añadimos presión y frustración a las dificultades cuando nos apegamos a la actitud de: Esto no debería ser así.
¿Alguna idea para aprender a aceptar las dificultades?

Vayan estas propuestas.
1) Date permiso para sentir.
Ante ti está un pequeño inconveniente o un problemón de cuidado. Observa qué sientes ante él: estrés, frustración, tristeza, impotencia, rabia…
Lo que sea, siéntelo. Déjalo que fluya.
2) Sé amable y compasivo contigo.
Amable, como lo serías con cualquier otra criatura que estuviera en circunstancias parecidas.
3) Observa si te estás resistiendo a la dificultad.
Cuando te resistes a una dificultad, más pesada se vuelve, más persiste. Ya lo decía Jung. Tenlo en cuenta.
Mira a ver si hay alguna idea que está haciendo que te opongas a la dificultad, como esas de: Esto no debería ser así. ¿Por qué me pasan a mí estas cosas? Esto no es justo. Etc. Y, si puedes hacerla a un lado, hazlo.
4) Salte del papel de víctima.
Aceptar no es bajar la cabeza y aguantarse con lo que caiga. Colócate, más bien, en una posición de poder, mírala de otra manera y actúa en las opciones que te deje la situación, si es que te deja algunas.
Por ejemplo: Estás atrapado en un atasco de tráfico. No puedes despejar el camino para avanzar. Pero sí puedes echarle el freno al mal genio y tratar de que ese rato no te arruine el día entero.
5) Recuerda experiencias anteriores.
Hasta llegar aquí, has superado cantidad de dificultades. Reconoce aquellas que has superado y superas día tras día. Las dificultades vienen, van y suelen enseñarte algo.
Hay dificultades que son grandes maestras.
Cuando pasan, queda en ti un poso de fuerza y sabiduría, que te sirve para afrontar retos nuevos y más complejos.
➜ Hay dificultades que te invitan a ser flexible; a que adoptes expectativas realistas; a que mires el problema desde distintos ángulos.
➜ Hay dificultades que te empujan a usar tu creatividad para salir airoso del desafío.
➜ Hay dificultades que te ayudan a esclarecer cuáles son tus valores y tus prioridades. Te orillan a seleccionar lo que es más importante para ti en ese momento y a que descartes el resto.
➜ Hay dificultades que te hacen más resistente, más valiente y perseverante. Te quedas en pie o das la cara haciendo crecer estas capacidades día a día.
➜ Hay dificultades que benefician a tus relaciones. Te recuerdan que necesitas a los demás. Y te revelan quiénes son ésos con los que puedes contar.
6) Toma fuerza de lo positivo.
No todo en la vida son dificultades y problemas. Hay cosas que van bien, por pocas que sean en un momento dado. Repásalas mentalmente.
Apóyate en ellas, incluyendo esas cosas que haces para cuidar de ti (alimentarte bien, hacer ejercicio, meditación, etc.) Cuanto mayor sea la dificultad, con más esmero has de cuidarte.
A partir de aquí, el resto es práctica. Y ocasiones para practicar vamos a seguir teniendo. Hay y habrá dificultades, pero seguiremos adelante.