He aquí unos cuantos consejos para personas muy sensibles. ¿Te sirven?
Hay personas que se saturan, se agobian y se cansan antes que otras frente a la estimulación constante.
Ya nos dimos un paseo por un buen número de características que comparten las personas especialmente sensibles.
En general, son personas que perciben y asimilan con más intensidad los estímulos externos y que necesitan más tiempo en calma para liberarse de todas esas tensiones y mantener el equilibrio.
A este respecto, la doctora Susan Biali, en Psychology Today, basándose en su experiencia personal y profesional, nos deja los consejos que vamos a comentar a continuación.
1. Duerme lo que necesitas
Cuando no duermes lo que necesitas, cualquier cosa te molesta. Estás más irritable. Concentrarte es más difícil y la productividad se resiente.
Éste es un buen consejo para la mayoría. Si tú eres especialmente sensible, es más útil si cabe: Duerme tus horas.
2. Evita pasar hambre
Los largos períodos sin comer también hacen estragos en tu estado de ánimo y en la capacidad para concentrarte. Luego, ten al estómago contento y échale buenos alimentos.
Mención especial para los alimentos ricos en omega-3, por aquello de que los estudios dicen que cuidan de la salud del cerebro, entre otras propiedades. Que no falten en tu dieta.
3. Usa cortinillas acústicas
Lo de «cortinillas» es una interpretación muy libre de lo que dice el artículo. A lo que se refiere es a que, si el ruido te abruma y te pone de los nervios, tengas tus recursos para afrontar estos estímulos intrusivos.
Recursos que, por ejemplo, pueden ser unos auriculares con música de tu gusto, para que puedas aislarte del vocerío exterior durante unos minutos.
O, quizás (uno que yo uso de vez en cuando), utilizar una cortina de ruido blanco para poder concentrarte en tu trabajo sin que el sonido ambiente te perturbe.
4. Prevé un tiempo de desconexión
Si realizas una actividad particularmente estresante, intenta mentalizarte de que sólo es por un rato. En unas horas, estarás relajándote en un entorno más tranquilo.
¿Qué actividades pueden ser ésas? Conciertos, compras navideñas, reuniones familiares, etc. El evento se te hará menos pesado porque tienes un plan para desconectar.
5. Ten tus refugios
Desconectar, ¿dónde? En tu refugio. Un lugar donde recargar baterías, llevando a cabo, quizás, algún ritual relajante.
No sé. Tocar la guitarra a la luz de las velas; tomar un baño muy espumoso o lo que sea que a ti te reconforte…
6. Regálate tiempo para hacer las cosas a tu ritmo
No eres el único que no se adapta a un horario donde predominan las prisas y las urgencias. Si es el caso, reserva una parcela del día donde hagas lo que tengas que hacer con calma.
Una buena idea podría ser la que comentamos en un post anterior: Elaborar una rutina matinal para empezar la jornada de manera productiva, pero tranquila.
7. Limita el consumo de cafeína
Claro, este consejo no podía faltar, por razones obvias.
Si tú eres un cafetero empedernido, de los que necesitan cuatro litros de este líquido para ponerte a funcionar, aquí tienes… Ideas para no depender tanto de la cafeína.
8. Baja las luces
Evita la sobreestimulación lumínica, especialmente por las noches.
Al final del día, elige las luces tenues que inviten al descanso.
9. Esquiva los tumultos
Si te agobia ir de compras cuando está todo atestado de gente o salir a pasear cuando el parque está más concurrido, elige otros horarios (si puede ser).
10. Disfruta de la Naturaleza y de bellos parajes
Cada vez que te sea posible, recarga tus baterías paseando por algún lugar tranquilo y bonito. Además de darle gusto a tus sentidos, la experiencia es muy relajante.
Me da a mí que las personas muy sensibles, de manera intuitiva, llevan ya a la práctica un buen número de las ideas anteriores… Aunque quizás haya quien encuentre algo que le falte por probar.
A los demás nos sirven para comprender las necesidades de estas personas, para empatizar con ellas.
Efectivamente, hay criaturas que se cansan antes de la jarana, del escándalo, del corre-que-te pillo y del chunda-chunda de la vida moderna. Y son tan «normales» como los más fiesteros del planeta. ¿Cómo que no?