¿Por qué es crucial cumplir con tu palabra?

Esta entrada habla de la importancia de cumplir con tu palabra. Incluye ejemplos de la vida diaria.

Y también tienes 4 tácticas para evitar faltar a tu palabra.

¿Has dado tu palabra? Cumple con ella

Érase una vez una persona con la siguiente política respecto a los compromisos o peticiones:

Da el “sí” cuando te lo pidan. Después, siempre puedes dejar que el asunto se enfríe o encontrar una excusa para escabullirte. Pero, en el instante del “sí”, todos están felices y te ahorras las tensiones.

¿Algo en contra? No. A esta persona le convencía esa manera de proceder. Y habrá otras que sintonicen con ella.

No obstante, aquí defendemos una postura distinta, a la que le vemos ganancias más sustanciosas, al menos en las relaciones que valen la pena:

Da el “sí” cuando estés convencido del “sí”. Y, ya que lo hagas, cumple con lo acordado.

cumplir tu palabra

Esta alternativa parece más beneficiosa para la autoestima. Porque eres honesto contigo y con el otro (que te hace la petición). Respetas tus prioridades y superas el miedo de caerle mal.

Y también parece más beneficiosa para las relaciones, ya que la confianza crece cuando “el otro” y todos los demás saben que actuarás conforme a lo que has dicho.

¿El inconveniente? Esta opción es más difícil que decir que sí y, después, ya veremos.

Así que, para allanar un poco el camino, van las 4 tácticas que te enuncié arriba.

1. Aprende a decir “NO”

Es útil. En algún momento, alguien te hará una petición que no podrás o no querrás atender. Y, si estás convencido del “NO”, es un error decir “SÍ”.

Veamos los dos escenarios. Una vez que has dado tu palabra

(1) Si te escabulles de la petición más tarde, la tensión no desaparecerá. La extenderás pensando en el tema, buscando tu excusa y, como paso último, enfrentando a la persona que te hizo la petición.

Y, si lo que no querías de primeras era decepcionarle, decirle “No” cuando ya se había preparado para el “Sí”, es una decepción mayor, ¿no crees?

(2) Por otra parte, si cumples con tu palabra (sin querer hacerlo), renuncias a hacer lo que quieres dando prioridad a los deseos de otro. Y esto, tan “generoso”, es un criadero de resentimiento que, como bien sabes, no le hace bien a las relaciones.

Las relaciones se fortalecen cuando das de corazón; no cuando te sientes obligado.

2. Deja claro aquello con lo que te comprometes

Venga. Otro ejemplo.

Estoy muy contenta de que hayas accedido a ayudarme con mi mudanza del fin de semana. Me diste tu palabra.

Pero, mientras tú piensas que la misión consiste en ayudarme con un par de paquetitos, mis cuentas son tenerte el día entero acarreando cajas.

Para evitar ese tipo de confusiones, aclara desde el primer momento a qué te estás comprometiendo.

Sé específico. Tal vez quieras hacer lo que te piden, pero no estás en la disposición de hacerlo tal y como prevé la otra persona.

3. Acuérdate de lo que prometes

Quedamos en que me ibas a prestar el coche esta semana.

¿En serio? ¿Yo dije eso?

Promete poco. Pero, ya que lo haces, toma buena nota de lo prometido. En el calendario, si hace falta.

Deja que los demás se den cuenta de que, cuando dices que vas a hacer una cosa, la haces.

Cumplir con tu palabra es ser íntegro. Y la integridad es una cualidad que mejora tanto las relaciones con los demás, como la relación que mantienes contigo mismo.

4. Avisa con tiempo, si no puedes cumplir

Si un impedimento se cruza en el camino y no puedes cumplir con tu palabra, avisa al interesado tan pronto como te sea posible.

La otra persona entenderá (o no) que falles, por una causa ajena a tu voluntad. En ese caso, tal vez quieras ayudarle a buscar una alternativa.

Nos toca aceptar que alguna vez caemos en errores o nos vemos sorprendidos por imprevistos. Lo cual no impide que elijamos conducirnos con honestidad e integridad la mayor parte del tiempo.

Quién sabe. Quizás te convenza más la diplomacia de la persona del inicio de esta entrada. Como siempre, estás tú para decidir cómo quieres manejar estas situaciones.


En la reflexión que sigue ahondé más en esta cuestión.


Si dices que vas a hacerlo, hazlo

¿Qué valor tiene la palabra que damos? ¿Por qué decimos que vamos a hacer lo que sea, si luego no lo cumplimos?

Llevar a cabo aquello con lo que nos comprometemos tiene grandes ventajas:

  • Deja una buena impresión en la persona que ve cumplida nuestra palabra.
  • Se establece o se refuerza la confianza.
  • Lo anterior repercute en nosotros, que nos sentimos muy bien por haber sido coherentes con lo que dijimos.

Qué triste es que esto no se dé tan a menudo. Con razón dicen eso de…

Las palabras se las lleva el viento

  • Es triste que un amigo te diga: «Te mando estas fotos a tu correo«… y no lo haga.
  • Da rabia que un técnico te diga que viene esta tarde a arreglar la avería… y no aparezca.
  • Decepciona ir a una oficina, que te repitan el consabido «Vuelva usted mañana«… y cuando vas al día siguiente la cosa está igual.

Pero, ¿sabes qué es lo más triste de todo? Que ya sabes que va a ser así.

no cumplir tu palabra

Sabes que tu amigo, que el técnico y que el encargado de la oficina te están diciendo lo que quieres escuchar. ¿Para qué?

Para quitarse de encima la presión. O para quedar bien contigo mientras deciden si hacer o no lo que te han dicho.

Disculpa el pesimismo. Será que la historia se repite tantas veces, que uno se acostumbra a que la palabra que se da no es garantía de nada.

Así, cuando alguien nos dice que hará algo, lo tomamos con escepticismo y, tristemente, llegamos a la conclusión de que lo más probable es que no cumpla.

El cambio empieza en uno mismo

Vayas a pensar que yo estoy libre de esto… Ya quisiera.

Admito que, en alguna ocasión, le he dicho a alguien «Ya te llamaré» para cortar una conversación telefónica, cuando no pensaba llamar en absoluto.

También me he comprometido con asuntos que no podía o que no quería cumplir. En ese momento era fácil decir: «Voy a hacerlo«.

Pese a intentar arreglarlo después con excusas, sé que he decepcionado a personas que esperaban que cumpliera mi palabra. Y me he decepcionado a mí, por esa misma razón.

Nada que ver con lo que se siente cuando cumples tu palabra. Cuando sabes que hay una persona que no duda de ella. Cuando tú mismo puedes estar orgulloso de que «tu palabra es la ley» (como dice el clásico mexicano).

Eso es lo que me he propuesto de un tiempo a esta parte: Que mi palabra tenga valor. Quiero que signifique algo.

Ahora, si digo que voy a estar, estoy. Si digo que voy a hacerlo, lo hago… Y, si no estoy segura, me quedo callada.

Por el momento, me siento encantada con el cambio y con las sensaciones que produce. Además, si yo quiero vivir en un mundo donde me pueda fiar de lo que dice la gente, qué menos que empezar por mí misma.

¿Y tú? ¿Cómo te sientes cuando eres consecuente con lo que dices? ¿Crees que es importante cumplir con tu palabra?

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