El refrán original es: Dime con quién andas…y te diré quién eres. La variante del título nos servirá para hablar del cambio.
Cuando quieres moverte hacia el tipo de persona que quieres ser, las influencias cuentan. Unas te ayudan a progresar y otras obstaculizan tu progreso.
Entre esas influencias está la gente con la que te relacionas. A veces no eres muy consciente de esa influencia porque suele desarrollarse lentamente. La presión social es sutil, pero se deja ver con el tiempo.
Ejemplos:
- Si en tu entorno hay ávidos lectores, muy probablemente te den ganas de leer a ti también.
- Si hay gente que no lee libros, es probable que tú también leas poco.
- Cuando estás al lado de personas cuidadosas con el dinero, tú aprendes de ellas.
- Si estás con gente que se gasta hasta lo que no tiene, aprenderás de eso.
- Al rodearte de personas que hacen ejercicio, cuidan su alimentación y practican otros hábitos saludables, muy probablemente quieras que se te “pegue” algo.
- Si te relacionas con gente muy dejada con los buenos hábitos, será más fácil para ti ir en esa línea, que llevar la contraria.
Las influencias son un punto de apoyo importante
Mi abuela solía decir: “Todo se pega, menos lo bonito.” Un poco pesimista, sí. Porque lo bonito también se pega, siempre que quieras que se te pegue.
Ese es el requisito. Lo feo suele pegarse antes solo porque es más fácil de hacer.
Dejo los rollos familiares para pasar a la propuesta del día: Observa las relaciones que tienes. Estúdialas.
Piensa en alguien con quien suelas convivir y pregúntate:
- Cómo es esa persona. Qué hace.
- Cómo te sientes cuando estás con ella.
- De qué hablas con ella.
- ¿Influye en tu forma de vestir, comer, gastar…?
- ¿Influye en lo que lees o en lo que escuchas?
Hazte preguntas. Encontrarás a personas de quienes se te pegan infinidad de cosas “bonitas”. O que te ayudan a ser la persona que quieres ser.
Y también es posible que descubras a alguien que te influye para que hagas lo que no te gusta. Obstaculiza tu progreso o te empuja en una dirección en la que no quieres ir.
Invierte más en las relaciones que te ayuden a crecer
Cuida esas relaciones y estrecha vínculos con las personas que favorecen tu progreso. Dales prioridad frente a las relaciones que te llevan donde no quieres ir.
Si lo crees oportuno, también puedes expandirte y buscar a personas con inquietudes parecidas o compatibles con las tuyas. Aprende de ellas.
Mención para una barrera absurda: la envidia
Hay personas que se incomodan o se frustran cuando ven que otras tienen éxito en la cuestión que sea (personal o profesional).
De la comparación y la frustración, nace una envidia dañina, ya que puede convertirse en una barrera poco útil.
Ocurre cuando el envidioso deja de mirar lo que hace bien la persona con éxito. Le cae gorda, porque le recuerda sus carencias e intenta no asociarse con ella.
Y, precisamente, le convendría hacer lo contrario: mirar con admiración lo que hace y acercarse para aprender todo lo que pueda.
La persona envidiada puede ser una influencia positiva.
Porque la envidia llama la atención sobre algo que te interesa. Y la persona exitosa está ahí para darte ideas de cómo conseguirlo. O tal vez no. Pero, para saberlo, hay que observarla bien primero con la intención de aprender.
Conclusiones
- Cuando nos trazamos un rumbo, las relaciones que mantenemos nos influyen. Ayudan a que avancemos, a que nos quedemos estancados o a que nos desviemos.
- Es recomendable prestar atención a qué cosas hacemos llevados por la influencia de las personas que nos rodean.
- Para progresar, necesitamos asociarnos o inspirarnos en personas que favorezcan el avance, no que lo obstaculicen.