Cuando te asaltan las dudas o el deseo de rendirte

¿Dudas de poder seguir adelante con tu objetivo? ¿Te sientes pequeño o sin fuerzas? ¿Valoras cada vez más la posibilidad de rendirte?

Espera, espera. Otros han estado o están donde estás tú. Tú mismo, en otras misiones importantes de tu vida, habrás visto que las dudas o el deseo de rendirte forman parte del camino.

Sentirse pequeño ante las dudas o querer rendirse tras un mal episodio entra dentro de lo «normal», sobre todo cuando no esperabas encontrarte con semejante panorama.

  • Tal vez, esperabas que fuera más sencillo.
  • O tardar menos en ver el progreso.
  • O no contaste con circunstancias externas que echaron abajo tus planes.
persona cansada, desmotivada

Invertiste tiempo, energía y otros recursos en tu objetivo. Y la cosa no marcha o está atascada.

En esta situación, claro que es humano desmotivarte o que te asalten las dudas.

¿Las dudas son siempre algo negativo?

Vemos las dudas y la desmotivación como grandes enemigas. Y quizás no lo sean. ¿Por qué?

1. Porque ellas forman parte de cualquier objetivo que valga la pena. En objetivos muy sencillitos (como rascarte la barriga) no vas a sentir tantas dudas, ni el doloroso sentimiento de impotencia o de querer rendirte.

En objetivos más exigentes, las dudas, los tropezones, la desmotivación o los errores son parte del progreso. No son enemigos, sino maestros.

2. Porque las dudas o el deseo de tirar la toalla pueden empujarte hacia arriba, si tú los dejas.

Gracias a ellos, aprenderás más, realizarás ajustes y recordarás porqué estás persiguiendo ese objetivo.

Si vale la pena para ti, tras superar el bajón pasajero de las dudas o la falta de entusiasmo, afianzarás tu determinación de luchar por lo que tú quieres.

¿Confusión? ¿Dudas? ¿Son signos de debilidad?

No, necesariamente. Cuando estás construyendo algo importante, van a aparecer. Siempre lo hacen; no sólo en tu caso.

Quien no experimenta dudas o el deseo ocasional de rendirse, no suele ser el más fuerte. Suele ser el que se enfrenta a objetivos muy pequeñitos, que no requieren tanto esfuerzo, ni que estrujes tu creatividad a lo dé de sí.

Dudar es humano, como también lo es querer dejar un objetivo a medias, para perseguir otro que parece más asequible.

Por ahí hemos pasado muchos, sin que ello haya implicado sucumbir a la tentación de rendirse o a la de cambiar de rumbo, si nuestro objetivo sigue teniendo el mismo sentido que el día en el que nos lo planteamos.

Resumiendo: Las dudas son “normales”. Son temporales. Y no siempre indican debilidad o que nos hayamos equivocado de camino.

Las dudas nos conectan con el PORQUÉ de estar persiguiendo ese objetivo. Nos invitan a re-evaluarlo, a ser creativos y a hacer acopio de fuerza para seguir adelante.

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