Hace tiempo dijimos que «éxito no es sinónimo de felicidad«, en el sentido de que no siempre conseguir aquello que nos proponemos va a traer más dicha a nuestra vida.
Eso no quita que, en una buena cantidad de ocasiones, el éxito sí sea el mejor premio a todo nuestro esfuerzo.
Un premio que no aparece de la nada, ya que muy a menudo le preceden estos 5 elementos:
1) Trabajo constante
Cuando tu objetivo te importa de veras, no se lo confías a la suerte. Luchas por él con decisión y constancia.
Y, cuando sientes que la motivación se ha esfumado, insistes en recordar porqué te propusiste tu meta y en imaginar el momento en el que llegues ahí. Así emerges y continúas dando un paso tras otro. Llegar… ¡es posible!
(Relacionado: Fortaleza mental.)
2) Tiempo
El éxito es posible, pero antes habrás de invertir horas en él, quizás muchas. Dicen que 10.000 horas, si lo que pretendes es hacerte un experto en algo.
A lo que vamos: Con el tiempo y una caña, hasta los verdes se alcanzan.
3) Éxitos menores
Tiempo y trabajo producen progresos, grandes o pequeños. En cualquier caso, pequeñas piezas del éxito final, que es la guinda del pastel.
Si te propones perder cinco kilos, por ejemplo, el día en el que hayas logrado perder el primero, ya tienes una parte del éxito en tus manos.
4) Errores y fracasos
Pero no sólo hay progresos. De camino hacia el éxito también errores y fracasos de distintas dimensiones.
O, más bien, llamémoslos lecciones que necesitas aprender antes de saborear el triunfo.
5) Control de las emociones
Ante un fracaso, no vas a tirar de primeras la toalla porque en ese momento te cieguen la frustración y la impotencia.
Te tomarás un tiempo para calmarte y, después, analizarás la situación, ¿verdad?
Ahí está. La mayoría de las veces el éxito es precedido por: trabajo, tiempo, progresos, tropiezos y por un manejo hábil de las emociones (sobre todo cuando hay fallos, porque los avances son muy bien recibidos).
¡Hala! Luchemos como jabatos, con ganas, con determinación… y con los ánimos bien templados. 😉