¿Te sientes triste, enfadado, cansado, decepcionado…? Despiertas en uno de esos días en los que te preguntas de dónde vas a sacar la energía (física, mental, emocional) para avanzar.
¿Y qué? No es el primer día de éstos que sacas adelante. Ya hubo otros días duros. Tienes la experiencia necesaria para salir airoso. Descuida, que vendrán días más llevaderos.
Mientras tanto, ahí van unas sugerencias para que la fuerza te acompañe. 😉
1. Encuentra lo bueno
Hasta en los días más fastidiosos hay algo que va bien. El chiste es encontrarlo. ¿Cómo? ¿No se te ocurre nada?
Tómate un par de minutos y piénsalo mejor. Quizás te reíste con lo que te contó un vecino, leíste un artículo interesante o te gustó un comentario casual que hizo tu pareja.
Muchos o pocos, cada día tiene momentos que se pueden disfrutar. Que tú estés cansado, fastidiado o muy ocupado y se te pasen por alto, es otra cosa.
2. Acude a tus recursos
Pongamos que lo anterior falla. El día es tan pesado que lo malo se impone a esos buenos momentos. Un completo desastre, vaya.
Pues aquí es donde entra tu experiencia: ¿Qué es lo que has hecho otras veces para sentirte mejor?
Has hablado con alguien. Has salido a pasear o a correr. Has leído. Te has ido a dormir un poco antes… ¿Qué te ha funcionado en otras ocasiones?
Puede ser que la situación tenga un arreglo más fácil del que crees. Quizás la respuesta esté en atender lo más básico: comer bien, dormir tus horas, hacer ejercicio y compartir tiempo con las personas que quieres.
[Aquí, más ideas para recargar tu batería.]
3. Mira más allá
Supongamos que estás descansado, bien alimentado y, aun así, el día es una cuesta arriba agotadora. ¿Qué tal si lo miras de otro modo?
Piensa en el futuro hacia el que estás caminando. ¿Hacia dónde vas? ¿Qué es lo que te hace salir de la cama cada día? ¿Cuál es el objetivo en el que estás invirtiendo tus energías?
Mira también todo lo que has caminado hasta aquí; lo que has ido construyendo.
Éste es un día o un tramo difícil. Es sólo una parte del camino. Por fastidiosa que sea, no olvides lo que has hecho ni hacia dónde te estás dirigiendo. Deja que tus objetivos te den fuerza.
4. Déjate apoyar
Todos necesitamos que nos escuchen; unas palabras de aliento, quizás; un abrazo, un rato de bromas… Si tú estás ahí para los que quieres, deja que ellos te apoyen ahora que estás alicaído.
Juntos nos ayudamos a crecer y ganamos fuerza para superar las pruebas más difíciles.
5. Decídete
No postergues en exceso las decisiones. Eso consume muchísima energía. Es extenuante pensar una y otra vez sobre un asunto y dar vueltas sin llegar a una conclusión.
Sobre lo pequeño y sobre lo grande, decídete: Infórmate bien, cíñete a lo que sabes o escucha a tu intuición, pero actúa. Cuanto antes, mejor.
¡Ahí vas! Reinspírate y… ¡Adelante!