Hablar de lo que sientes no es una pérdida de tiempo, especialmente si estás atravesando una mala racha. Y la circunstancia de estar junto a alguien que está dispuesto a escucharte es digna de celebrarse.
Hablemos hoy de esta práctica tan simple como saludable. ¿Por qué es buena idea que compartas tus sentimientos en lugar de dejarlos encerrados en algún lugar del corazón?
1) Liberas tensiones
La primera gran razón es ésa: No sólo liberas tensión emocional, sino también física. Las preocupaciones consumen mucha energía…
Inevitablemente, cuerpo y mente están conectados. ¿Has comprobado alguna vez lo que se siente?
Cuando, por ejemplo, tienes un problema que te agobia, ese peso se aligera una vez que hablas de él. La sensación física de relax se nota… y mucho.
2) Miras las cosas de otro modo
Si te quedas rumiando algún problema, lo más seguro es que se haga más grande o que te bloquees y no lo veas desde otra perspectiva.
Compartir tus preocupaciones te ayuda a ordenar lo que hay en tu cabeza. Cobra sentido y, a menudo, se simplifica. Menguan el dolor y la confusión.
Y, si además tienes la suerte de estar en compañía de alguien que te ofrezca una visión sabia o un buen consejo, has hecho pleno. Tomaste una buena decisión al confiar en él/ella.
3) Encuentras soluciones
Ésa es la guinda del pastel, si lo que te aflige es un problema que demanda respuestas. Si no es así, tienes bastante con los dos beneficios anteriores, ¿a que sí?
Claro que hemos obviado un punto que es muy importante:
¿Con quién hablar?
¿Con amigos y familia? Ellos te conocen, te quieren y pueden darte el calor humano que necesitas.
¿Con personal cualificado (profesores, psicólogos, etc.)? Dependiendo del caso, quizás te sea más fácil abrirte a alguien de «fuera», que tiene una visión distinta y, probablemente, más objetiva del asunto.
¿Contigo mismo? No olvides que, cuando haga falta, también puedes desahogarte con un buen soliloquio.
¿Con un objeto? Raro, pero efectivo. Un patito de goma puede ayudarte a vencer el bloqueo inicial a la hora de hablar de lo que sientes.
Y, si gustas, puedes escribir sobre ello en lugar de hablarlo.
¿Ves cuántas opciones hay? Elige la que vaya más contigo y con la situación, y úsala.
Si ves que tus sentimientos pugnan por salir, no los encarceles, no los reprimas, no los ignores… ¡libéralos! Le estás haciendo un bien a tu salud.