¡Qué difícil es levantarse en una mañana fría!
Aún no ha salido el sol cuando comienza a sonar la alarma más fastidiosa de todas: la que te avisa de que has de abandonar el calor placentero de las mantas para salir al mundo a hacer lo tuyo.
Todos duermen. Y tú, el héroe o heroína de esta historia, se dispone a realizar su primera gran gesta del día: ¡Salir de la cama!
A este momento difícil le dedicamos la entrada.
Cómo levantarse temprano en invierno. La odisea.
Si te parece, quitémosle un poco de drama y sufrimiento al tema. A ver si, con alguna de estas ideas, se te hace más llevadero el madrugón.
1. Antes de acostarte, prepara el despertar
Por la noche, antes de aterrizar en el mundo de los sueños, piensa en una cuestión: ¿Qué te impulsará a levantarte al día siguiente?
¿Es tu trabajo? ¿Una reunión con los amigos? ¿Un partido de fútbol muy emocionante? ¿Una comida que vayas a preparar?
Es mucho más fácil salir de la cama cuando tienes buenos planes para el día.
Si no le encuentras alicientes a pasar un día más en este mundo o crees que el día siguiente va a ser igual de previsible que el que pasó, tranquilo. Puedes plantearte introducir nuevas experiencias o hobbies en tu vida.
Anda que no hay…
Espera. Me estoy dejando atrás lo fundamental.
¿Qué pasa con la técnica?
¿Cómo sacas el primer pie de la cama y lo pones en el suelo? Cuando te acostumbras (cosa que no es tan difícil), cuesta poco hacerlo. Pero, mientras tanto, piensas que es una odisea.
Pues el truco es… no pensarlo. No pensar en el frío al despertar, ni en el sueño…
- Pon la mente en blanco.
- Respira profundamente.
- Cuenta hacia atrás: 3… 2… 1.
- Cuando llegues al cero. ¡SAL de la cama! Como un resorte, sin pensar, a la brava… ¡Muy bien! ¡Así se hace!
2. Piensa cuando ya estés fuera del dormitorio
Cuando suena la alarma no es el momento de pensar. Porque el cuerpo está muy a gustito debajo de las cobijas y, sobra decirlo, deseando que le des una pequeña excusa para seguir ahí.
Nada. No pienses. Insisto en que ahí está la clave del éxito en este momento sufrido.
Ni tan siquiera te concedas esos cinco minutos más en la cama, que al final se convierten en media hora.
Conecta el piloto automático y escucha a tu mente ya que has salido de la cama.
A mí me pasaba lo mismo que a ti. Hay muchas personas que llegan a esta entrada buscando una solución al problema de levantarse de la cama cuando hace frío. Y la cosa solo consiste en no darle vueltas y en hacerte el momento lo más llevadero posible, dentro de las limitaciones que nos pone el invierno.
3. Pon calor en los primeros minutos de la mañana
Los primeros instantes tras abandonar la cama son los más temidos, los más duros. Una cruel tortura si, para colmo, hace frío y no tienes calefacción.
Por tanto, deja preparados por la noche un par de buenos calcetines, la bata, la cafetera lista para inundar la casa con su aroma, etc.
Piensa que, una vez pasados los primeros minutos fuera de la cama, tienes la batalla ganada. Buena razón para darle más calor a la mañana arengándote a ti mismo: ¡Lo conseguí!
¡Oh, cielos…! Qué bien sienta el café caliente en el cuerpo mientras piensas en tu hazaña…
Y anímate más aún con los planes que hiciste para este día.
Al menos, hay una actividad o dos por las que vale la pena la heroicidad de levantarse temprano, enfrentándose al frío y al castañeteo de dientes.
Los primeros instantes del despertar son incómodos. Quizás te sirvan de poco, porque no pueden evitarte ese instante.
No obstante, cuando más practiques y persistas en este hábito, más llevadero se hará el madrugón. Seguro. 😉 Esto, por varios motivos:
- Porque se hace costumbre.
- Porque exploras las ideas que funcionan para ti a la hora de reducir la incomodidad de levantarse de la cama cuando menos ganas tienes.
- Y porque, previsiblemente, dedicarás ese tiempo extra de la mañana en avanzar en algún área. Avance que se irá notando y que te animará a seguir madrugando como todo un héroe.
Bueno, eso es lo que a mí me pasó. Ojalá que, para ti, este hábito sea lo mismo (o más) fructífero. 😀