5 Razones por las que comes sin tener hambre

¿Comes solo cuando estás hambriento?

Apuesto a que no. En los países desarrollados tenemos más razones por las que comer, además de alimentar al cuerpo. Veamos unas cuantas.

Junto a las razones por las que comes (o comemos) también encontrarás sugerencias, por si deseas recortar en ese aspecto.

1. Comes porque es un hábito

Tener un horario establecido para las comidas es una buena idea, en principio. Este suele ser distinto, dependiendo del país en el que vivamos.

En España, por ejemplo, es costumbre hacer una comida fuerte en torno a las dos de la tarde. ¿Quiere decir eso que a las dos hay que comer invariablemente?

¿Qué pasa si ese día he desayunado más tarde y no tengo hambre? No pasaría nada si como menos a esa hora, ¿verdad?

fresas de postre

Hay otros hábitos, más o menos comunes, que nos llevan a comer sin tener una verdadera necesidad.

Por ejemplo: Picotear mientras vemos la televisión; beber una cerveza al volver del trabajo; terminar las comidas con un postre azucarado, etc.

¿Sugerencias?

Escucha a tu cuerpo. Sé más consciente de cuándo comes y de porqué lo haces.

Un ejemplo: Evita agarrar la bolsa de palomitas mecánicamente antes de ver una peli. Si la abres, date cuenta de lo que estás haciendo: Ese hábito lo tienes por placer, no por necesidad.

Nada en contra, ¿eh? Pero, ya que es un placer, date cuenta de que lo es.

2. Comes porque calmas emociones incómodas

Estrés, frustración, soledad, aburrimiento… La comida es utilizada como bálsamo para aplacar la incomodidad de las emociones negativas.

Por un rato, lo consigues. Pero, si acudes a la comida con frecuencia para atenuar estos malestares, es probable que el problema empeore.

Quizás te enfermes, subas de peso y/o te sientas culpable (y lo mismo de solo o estresado).

¿Sugerencias?

1. Aliméntate bien y saludablemente a tus horas (he aquí lo beneficioso de los hábitos), para evitar la sensación de hambre entre comidas y disminuir la tentación de hartarte de galletas o de bombones cuando apriete el estrés (o la emoción que te haga caer en el atracón).

2. Llévate alimentos saludables al trabajo (fruta, yogurt…) para no picotear cualquier cosa cuando estés de los nervios.

Más ideas en: Resistiendo la tentación de picotear en la oficina.

3. Trata de no ir de compras cuando te sientas ansioso o depre. Y tampoco cuando tengas hambre.

Hay más riesgo de que compres productos poco saludables (estudio de la Universidad de Cornell).

4. Elabora con cuidado tu lista de la compra. Si a menudo calmas las emociones incómodas con ciertos alimentos, trata de no tenerlos en casa. Es más fácil evitar una tentación que resistirse a ella.

5. Trabaja en las emociones que te hacen comer de más. Una dieta no solucionará tu sobrepeso, si el problema de fondo es el miedo, el estrés, la soledad, etc.

En este caso, es preciso que abordes la raíz del asunto y que realices los cambios que consideres convenientes: ¿En tu trabajo, en tus relaciones, en el lugar donde vives…?

6. Practica actividades que te ayuden a encauzar tus emociones: Haz meditación, descárgate con el ejercicio físico, adopta un hobby, etc.

exceso de dulces

3. Comes por simple glotonería

Esto pasa cuando te dejas subyugar por la vista, el aroma y el sabor de ese pastelito. Y, para duplicar el placer, te comes dos en vez de uno.

Quien dice “pastelito”, dice otra cosa. Cuántas veces comemos sólo por darle placer a los sentidos…

¿Sugerencias?

1. Como en el tema de los hábitos, sé consciente de lo que comes y de porqué lo haces: ¿Te lo comes sólo porque está buenísimo?

2. Come saludable, pero permítete tus caprichitos de tanto en tanto. (Por ejemplo, una vez a la semana.)

Esto previene que te salgas de control cuando te pase por delante de los ojos una fuente de lo que más te gusta.

4. Comes como recompensa

¿Has sacado adelante un día correoso en el trabajo? Te mereces un auto-homenaje por ese logro y optas por dedicarte un almuerzo sustancioso.

Ten cuidado. Porque, si vas a premiarte con comida abundante por cada cosa buena que hagas, acabarás pesando un quintal. Y se supone que te estás recompensando, no castigando.

¿Sugerencias?

1. Ya que vas a recompensarte con una buena comida, trata de que sea una verdadera recompensa. Una saludable.

Por ejemplo: Elige ingredientes frescos, disfruta preparándola, prioriza la calidad a la cantidad…

2. Incluye recompensas no comestibles. Seguro que se te ocurren variadas maneras de premiar tu logro: Salir a bailar, jugar, pasar la tarde leyendo, etc. Cuanto más larga sea tu lista, mejor.

5. Comes para que no se desperdicie

Da un poco de reparo dejar comida en el plato cuando te invitan a comer o cuando sabes que buena parte del planeta está pasando hambre. Pero la solución no es comer de más, ¿no te parece?

¿Sugerencias?

1. Sírvete porciones más pequeñas (obvio).

2. No comas de más por quedar bien con otro. Ese otro lo puede interpretar como una “falta de sensibilidad” o como un desaire.

Es cosa suya. Si te lo comes a la fuerza, el desaire te lo estás haciendo a ti mismo. ¿Qué eliges?

3. Guarda lo que sobre para más tarde, si la comida es saludable y no se echa a perder.

4. Deséchala, si no es saludable. ¿O es que prefieres que tu cuerpo sea el vertedero?

 

La comida es el combustible que usamos para que cuerpo y mente funcionen. Pero no comemos sólo para tener energía, como hemos visto. Hay situaciones en las que el hambre no es lo principal.

La propuesta es que seamos conscientes de dichas situaciones para tratar mejor a nuestro cuerpo y que nos dure muchos años. ¿Lo procuramos?

Imágenes de Billy Wilson Photography y AP Photographie

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