La traición duele. Duele que un extraño se aproveche de tu buena fe para sacar ventaja; duele todavía más que te traicione alguien cercano que cuenta con tu confianza.
¿Y cuando ocurre sin que lo veas venir, como una sorpresa desagradable del destino?
Agresiones, engaños, abusos… Seguramente habrás vivido una traición en carne propia. Una pequeña o una grande; lejana o reciente.
También habrás visto que no todas las traiciones son conscientes, intencionales o maliciosas. Por ejemplo, a lo largo de la vida veremos que una de las traiciones más frecuentes consiste en hacer promesas que luego no se pueden cumplir.
Pues, de todas, las peores traiciones son las que cometes contra ti mismo. Ésas, aunque no sean intencionales o conscientes, pueden acarrear consecuencias serias.
¿Cuándo te traicionas?
Veamos ejemplos de auto-traiciones, que así se entiende mejor el asunto.
- Yo me traiciono a mí misma cuando mis acciones no están en consonancia con lo que siento.
- Me traiciono cuando intento justificar esas acciones, auto-engañándome, distorsionando la realidad para evitar sentirme mal.
- Me traiciono cuando dejo que los demás decidan por mí en cuestiones que sólo atañen a mi propia vida.
- Me traiciono cuando dejo de escuchar a mi intuición y confío en personas que me hacen daño.
- Me traiciono cuando pienso que nada bueno me aguarda en el futuro y, por ello, dejo de luchar por lo que quiero.
Son sólo unas cuantas, aunque muy evidentes. Lo suficiente para darte cuenta de que, a veces, quien te está traicionando está muy, muy cerca.
Sin embargo, lo bueno de descubrirlo y de admitirlo es que puedes darle la vuelta. Puedes superar la decepción, armarte de valor y rectificar el rumbo, como sucede con otro tipo de traiciones.
Tú eliges si quieres ser más o menos honesto contigo mismo, una vez que lo descubres.
Quizás elijas seguir como estás, porque mentirijillas y pequeños auto-engaños todos nos contamos alguna vez, y hay artículos (como éste) que dicen que incluso puede ser bueno… a veces.
Por ejemplo, cuando ensalzamos creativamente nuestras cualidades y nos apoyamos en esa convicción para conseguir lo que nos proponemos. ¡Y da resultado! Aunque nos estemos separando un poquito de la realidad.
En realidad, engañarnos, todos nos hemos engañado en alguna ocasión. Yo he elegido la palabra «traición» para referirme a los engaños más dañinos para la autoestima.
Y mi conclusión es que, lo mismo que has tenido «las narices» de mentirte, las tienes para combatir esa traición, por doloroso y difícil que sea. Por supuesto que puedes superarla y vivir como realmente quieres.
Judy dice
No hace mucho, viví una traición en carne propia, alguien que nunca pensé que me haría daño y la enfrenté, con el tiempo me dí cuenta que en algún momento yo me había traicionado primero, por no hacer caso de lo que me decía mi yo interno, así que fué doble el impacto. Pero ahora entiendo que hasta estas experiencias dejan una gran enseñanza y ya me siento menos mal, pero principalmente, entendí que si quiero honestidad de los demás, debo empezar por mi misma.
Casandra - TBM dice
Gracias por compartir tu experiencia, Judy. La conclusión es muy valiosa porque, como dices, te quedaste con una gran lección.
En fin, son cosas que todos vamos aprendiendo. En mi caso, no he pasado por traiciones que hayan tenido un gran impacto en mi vida. Aunque pequeñas sí las hubo y me tocó también perdonar y aprender a perdonarme. 🙂
Gracias de nuevo!