¿Has pasado por un lugar por última vez? ¿Has vestido un traje por última vez? ¿Has tenido una conversación que ha sido la última con esa persona?
Las primeras veces que hacemos algo «importante» son especiales.
Y lo mismo puede decirse de las últimas. Esa sensación de final inevitable hace que prestemos más atención.
Pasas por un lugar cientos de veces y, el día que sabes que es el último, lo miras de otra manera.
Colisionando con la pérdida y la nostalgia se abre un nuevo capítulo en tu vida. Un capítulo con otros lugares, con otras gentes y otras experiencias por vivir.
¿Mejores? ¿Peores? Distintas, seguro que sí.
La certeza del final puede ser incómoda
Quizás no sepas cómo decir adiós. Puede que intentes fundirte con el inminente pasado hasta el último momento. Tal vez quieras evitar la despedida. Hacer que como que es un día más.
La sensación es tan extraña que cuesta explicarla. Pero sé que me entiendes, porque también lo has vivido.
También has dejado atrás una última vez sabiendo que era la última.
La despedida de algo bueno te ha encogido el corazón. La despedida de lo malo hizo que te debatieras entre el miedo y la esperanza.
Y seguro que, como yo, has dejado «últimas veces» atrás sin saber que lo eran.
Un día llegó la última vez y te diste cuenta a posteriori.
¿Prefieres no saber que hoy será la última vez?
Al menos, cuando tienes la certeza de que no habrá una siguiente, puedes despedirte y dar el capítulo por finalizado.
Esa oportunidad no existe cuando el final llega sin avisar. Y el final, tanto de una mala como de una buena situación, puede llegar hoy o cualquier día.
Con consciencia del final o sin ella, sigue la vida
Hasta aquí, hubo muchas «últimas veces». Y todas supusieron el inicio de nuevos horizontes para ti. No les temas. Son parte de la aventura de vivir.
Guarda lo mejor en tu corazón. (Yo trataré de hacer lo mismo.) Y comencemos el nuevo capítulo.
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Viene al caso: