Acumulamos posesiones. Queremos saber mucho o lucir un buen aspecto. Vemos como deseables: el dinero, la fama, el poder, la influencia. Todo ello con un fin último: ser amados.
Necesitamos de la atención de los demás; ser tenidos en cuenta; que nos reconozcan, que nos consideren valiosos, que nos quieran. Y a eso dedicamos un buen número de esfuerzos mientras estamos vivos.
¿Qué haces para que te consideren valioso?
Como seres sociales que somos, nos comparamos con los semejantes y competimos entre nosotros. Es normal. Nuestra propia naturaleza nos conduce a ello.
Buscar atención, reconocimiento, amor, en cualquiera de sus formas, no es bueno ni es malo. Es simplemente humano.
La opinión que otros humanos tengan de nosotros es importante. Nos consideramos valiosos cuando los demás nos prestan atención y nos consideran valiosos. Si no toda la gente, nos importa la opinión de personas que son relevantes para nosotros, por la razón que sea.
Echa un vistazo alrededor o a tu propia realidad. Mira cómo nos esforzamos y competimos para ser tenidos en cuenta. Se ve en Internet y, por supuesto, cuando sales de casa.
Hace algún tiempo que mi calle se ha ido poblando de cochazos. Algunos de mis vecinos han decidido ir renovando sus utilitarios.
Me pregunto cómo es que, en tan poco tiempo, estos vecinos se han visto en la necesidad de comprar un coche nuevo. Y porqué son a cual más grande y vistoso.
Éste podría ser un ejemplo de muchos que hablen de nuestra necesidad de ser considerados valiosos a ojos de los demás. Lo necesitamos, porque lo contrario suena a pesadilla.
Cuando necesitas a los demás, duele entrar en una habitación y que nadie te mire; hablar y que nadie te escuche; hacer cosas y que a nadie le importen. Es como si no existieras.
Tomamos buenas decisiones para llamar la atención. Y otras decisiones que no son tan buenas.
Nos quejamos para llamar la atención. Criticamos por llamar la atención. O compramos cosas que no necesitamos o cuya marca nos aporta un valor añadido. Ésas, entre otras.
Muchas veces, nuestra sed de amor no se ve satisfecha. (Claro, si estamos todos compitiendo por lo mismo…) Y sentimos angustia ante la posibilidad de ser excluidos o ignorados.
¿Qué podemos hacer para angustiarnos menos?
Creo que lo más importante es que abramos los ojos a esta realidad: nuestro deseo de ser amados. Y a que, a lo largo del día, tomamos decisiones y hacemos cosas movidos por ese deseo.
Abriendo los ojos, podremos ver a qué “tribu” intentamos llamarle la atención. (La del trabajo, los amigos, la familia, la pandilla twittera…) Y de qué maneras.
Mis vecinos (podría ser) en su competición por tener el coche más chulo están preguntando de manera indirecta: ¿Me ven? ¿Me reconocen? ¿Soy valioso?
Supongo que, si han contestado a esto, lo han hecho de forma afirmativa. Ellos se sienten importantes en la tribu-vecindario. Pero otros vecinos no experimentamos la misma sed de amor por esta tribu.