A 5 pasos del éxito

Así se trate de un éxito espectacular y sin precedentes, que transforme nuestra vida por completo, o bien hablemos de un diminuto «éxito íntimo«.

Así se trate del aspecto profesional, del sentimental o de cualquier otro, únicamente nos separan cinco pasos del éxito.

A continuación vamos a secuenciarlos y a prepararnos para recorrerlos. ¿Te apuntas?

PRIMER PASO: Determinar nuestra meta.

Sin objetivo no hay éxito. Lo bueno que ocurra será bien recibido, desde luego, pero sabe mejor obtener una recompensa cuando es perseguida y se lucha por ella.

Usemos el nombre que más nos guste: propósito, sueño, meta, ilusión, objetivo, etc. Cada uno de ellos tiene connotaciones diferentes, pero lo que nos importa en este caso es definirlo como «algo a alcanzar dentro de un tiempo«.

Si nos planteamos una meta lejana, es decir, un objetivo a largo plazo, podemos subdividirlo en otros más pequeños, para que la sucesiva consecución de los logros nos dé la fuerza y la ilusión necesarias para continuar.

exito

SEGUNDO PASO: Trazar el plan.

El plan será distinto en función del objetivo que nos hayamos propuesto, pero es necesario.

Tener un plan es la mejor manera de convertir en realidad lo que antes ha cobrado vida en nuestra imaginación.

¿Cómo vamos a llegar a la meta? Encontremos un mapa, investiguemos o pidamos ayuda a alguien para trazarlo. Ya sea a grandes rasgos o con total precisión, hemos de saber cómo llegar.

Si en principio no controlamos todos los detalles, no importa. Iremos averigüándolos por el camino, pero hemos de comenzar a andar con un rumbo definido.

TERCER PASO: Estar dispuesto a esforzarse.

Puede que no sea necesario tanto esfuerzo, depende una vez más del objetivo, pero la clave está en: «estar dispuesto«.

Este compromiso con nosotros mismos es necesario porque, si resulta que el camino se torna pedregoso o intransitable (cosa que al inicio no habíamos previsto), no arrojaremos la toalla.

A veces no basta con trabajar. Hay que trabajar más duro y arrimar más el hombro. Por eso, si surge la ocasión, hay que «estar dispuesto«, para no tirar todo el esfuerzo que ya hemos invertido por la borda.

CUARTO PASO: No aceptar un «No» por respuesta.

Teniendo esta idea diáfana en la mente, no importará que nos desacrediten, nos rechacen o nos den con la puerta en las narices. Ninguna persona tiene derecho a «matar» los sueños y las ilusiones de otra.

Existen algunas excepciones.

Por ejemplo, si la meta inicial consistía en ser seleccionado entre varios candidatos para optar a un puesto de trabajo o si nuestra ilusión era que la persona amada nos diera el ««.

No podemos obligar a los demás a que «nos elijan» si encuentran otras propuestas más interesantes.

Para superar lo anterior, reformularemos los objetivos, ¿no te parece?

Volviendo a los ejemplos anteriores: En lugar de ser reclutados por la empresa X, nos enfocaremos en ser aceptados en un trabajo que sea satisfactorio para nosotros (sin cerrarnos tanto las opciones).

Del mismo modo, en lugar de poner el sentido de nuestra vida en el hecho de que Fulanit@ nos ame, trataremos de enfocarnos en enriquecer nuestras relaciones personales o en encontrar un compañero con el que compartir nuestra vida, si es el caso.

QUINTO PASO: Permanecer centrado en la meta.

Bajo ningún motivo apartemos la vista del horizonte.

No, no hay que perder de vista el objetivo y, cuando asalten las dudas, confiémos en nuestro criterio inicial, en los motivos por los que decidimos emprender la lucha. Fuera dudas.

Y LA GUINDA DEL PASTEL…: ¡Acción!

Es el último paso y el que puede dar más satisfacciones. Cada pequeña tarea nos acerca más al objetivo, por minúscula que sea.

Si justo después de una pequeña acción, emprendemos la siguiente, sin detenernos, entraremos en una dinámica positiva.

Que cada pequeña acción sea nuestro apoyo para la siguiente. Motivación pura.

 

Cualquier objetivo, mucho más si es ambicioso, se basa en este esquema: definirlo, trazar el plan, concienciarse para el esfuerzo, permanecer determinados, centrados en él y… ¡pasar a la acción!

Sigamos caminando, entonces. Transformemos nuestros sueños en realidades.

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