El arte de aguantar las broncas sin fumar

¿Qué hacemos los fumadores cuando estamos tensos tras una disputa? Eso ni se pregunta.

El tabaco ha sido ese refugio de negro humo que hemos usado para sobrellevar el cabreo, hasta ahora.

Al dejar de fumar no contamos con esa opción. Y lo peor de todo es que, en los primeros días de abstinencia, estamos más irascibles y propensos a armar la tangana a primeras de cambio.

Vaya con los vaivenes emocionales… Los padecemos nosotros y las pobres criaturas que se cruzan en nuestro camino.

furioso

Pero, un momento. Ninguno de nosotros deja de fumar para convertirse en un engendro rabioso y/o apesadumbrado.

Basándonos en nuestros anteriores intentos de dejar el tabaco, podemos prever que son días emocionalmente difíciles y tomar decisiones sobre cómo vamos a manejar las situaciones conflictivas.

¿Ves como sirve de algo fracasar en una primera tentativa? Siempre se extraen datos útiles.

Y, si tú no has fallado, no está de más que tomes tus precauciones, por si acaso te ves envuelto en estos días en una discusión, bronca o polémica que te pone los nervios de punta.

1. Aléjate de la discusión

Demasiado tienes en los primeros días de abstinencia como para entrar en broncas accesorias.

Así que evita todas esas discusiones donde no se te haya perdido nada. Y, de esas que te atañen, es preferible que no te caldees y entres al trapo.

Trata de salir físicamente de escena antes de ponerte a discutir. Vete a otra habitación, a dar un paseíto o donde tú quieras… y luego arreglas el desaguisado, con calma.

2. Templa tus emociones

Ninguna persona (que no seas tú) tiene el control sobre tus emociones. Eres tú quien las maneja una vez que hacen… “POP” y aparecen.

No le eches la culpa al otro, que te ha cabreado o ha venido a buscarte las cosquillas y por eso te has visto en la necesidad de encender un cigarrillo. Nada, nada.

Eres tú quien, en última instancia, decide cómo comportarse. Y, en una situación tensa, tienes la opción de dejar escalar la ira o la de tratar de relajarte con lo que mejor te funcione a ti.

Dedica unos instantes a volver a la calma. ¿Cómo? Contando hasta diez lentamente mientras respiras a todo pulmón; recitando un poema; meditando o metiendo la cabeza debajo del grifo.

Y, ya que estés calmado, piensa sobre el problema que sea y sobre sus posibles soluciones.

3. Haz tu parte bien

Si te toca conciliar posturas con la otra persona, vuelve a escena dispuesto a dialogar.

Escucha. Expón tu punto de vista. Y, si discutes con un energúmeno que no atiende a razones, haz tu parte bien. Deja que se desahogue.

Porque no sólo tú tienes problemas. Hay personas, que sin mono de nicotina, pueden armarte un berrinche de aquí te espero por la razón que sea.

Si la cuestión no tiene arreglo, no te empeñes en tener razón y en salirte con la tuya. Tu paz mental vale más que el desgaste que conlleva el broncazo.

Si hay algo que puedes hacer, lo haces. Si debes una disculpa, te disculpas. Si no, santas pascuas.

Échale espíritu zen a estos días de abstinencia, porque te va a hacer mucha falta.

En los momentos más complicados piensa en eso: en que son sólo unos días más difíciles que los otros. Unos días en los que te conviene evitar fuentes adicionales de estrés.

Aun así, si la tensión te sobrepasa y pierdes el control, no te rindas. Sigue con tu empeño. Piensa en el día que vives y en pasarlo lo mejor posible. Piensa sólo en la situación que tienes justo delante. Enfócate en el momento.

La tensión se desvanecerá y los malos humos, también. Sé fuerte.

Imagen de Ricardo Alguacil


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